Aún eres pequeña, muy pequeña
para entender de qué va “todo esto”
a lo que los adultos le llamamos vida
y donde los que sois recién llegados
solo percibís poco más de cuanto os rodea.
Ahora que tan solo tienes tres años
déjame que te cuente alguna que otra cosa
que en mi caminar por este lugar
al que los adultos llamamos Mundo
he ido descubriendo desde que llegué
hasta los últimos pasos por ahora dados.
Quiérete siempre,
solo así aprenderás a querer a los demás.
Ama la Naturaleza que te rodea
pues siempre te protegerá en la misma proporción
que tú la protejas a ella.
Aprende algo nuevo cada día
pues te servirá para tomar decisiones
cuando tengas la necesidad de hacerlo.
Se siempre agradecida
para con aquellos que iluminan tu camino
o te enseñen con su ejemplo a seguir tu senda,
incluso con aquellos que pongan
algún que otro obstáculo que debas salvar
en tu devenir diario se generosa,
el resentimiento y el rencor solo ensombrecerán
tu felicidad y no merece la pena alimentarlos.
Aprende a perdonar, mi pequeña,
pero sobre todo aprende a perdonarte
sabiendo, como debes saber,
que aun sin ser el centro del Universo
formas parte de él, sin duda alguna;
solo perdonándote serás capaz de levantarte
tantas veces como por tropezar caigas,
pues tropezaras muchas veces
y seguramente caerás otras tantas,
sin que eso deba preocuparte
ya que podrás alzarte y seguir tu camino.
También podría hablarte
de a qué huele la primavera,
o cuántas formas tiene un copo de nieve,
o de cuántos colores se pinta el otoño,
o del cálido amanecer de los días de verano…,
pero prefiero que descubras toda su magia
sin que mis palabras te condicionen.
Podría hablarte de la mar océana
y del cautivador vaivén de sus olas
o de su estruendo cuando rompe contra las rocas,
pero prefiero que descubras sus playas
y que tus pies descalzos te hablen
de todo aquello cuanto sientan.
Podría hablarte de toda la gente que te quiere,
de cómo esperaban tu llegada
con todas sus dudas y con todas sus certezas,
de sus risas contagiadas por la tuya,
del mirar de sus miradas…,
mas desconozco su sentir.
Pero sí puedo decirte cuánto te amo
y cuánto te pienso
y cuánto de sueño
y cuánto te extraño…,
tan solo un Universo entero.
Se feliz siempre
pues es la verdadera razón de tu llegada,
y aunque aún seas pequeña, muy pequeña
para entender de qué va “todo esto”
no olvides que entre estos versos
hay guardado un pedacito del corazón de tu abuelo.
José Manuel Contreras
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