Obituario
Descanse en paz.....
.... El Sr. Hortensino Rueda Herreros
Un abrazo, mi más sentido pésame para toda la familia Rueda – Encina
Son las noches efévicas de julio proyectándose en aceras, calles, tapiales y portales. Son noches azul grisanta, noches palpitantes de rutinas cotidianas.
Noches de grillos cansinos. No suena ningún reloj; ni en la iglesia, ni en la plaza de la ermita. Antes de las doce resulta muy raro que algún mozo ronde por las calles cantando ARRIMADITOS.
Sólo el ruido de persianas que se alzan para que el fresco llegue a las alcobas.
Sólo noches grandes, de silencios grandes. Sólo algunos perros ladran en el trinquete y en el barrio de arriba como si riñeran a distancia.
Silencio. Ya no existe la costumbre de correr los garbanzos del señor Heliodoro en la Mermejera grande.
Llego al sueño y me asalta la duda pavoniana: ¿Y si mañana, uno de agosto, no despertase nadie y me viera solico, llamando desesperado a todas las puertas sin que nadie me abriese?
De....... Cecilio Bravo
Descanse en paz.....
.... El Sr. Hortensino Rueda Herreros
Un abrazo, mi más sentido pésame para toda la familia Rueda – Encina
Son las noches efévicas de julio proyectándose en aceras, calles, tapiales y portales. Son noches azul grisanta, noches palpitantes de rutinas cotidianas.
Noches de grillos cansinos. No suena ningún reloj; ni en la iglesia, ni en la plaza de la ermita. Antes de las doce resulta muy raro que algún mozo ronde por las calles cantando ARRIMADITOS.
Sólo el ruido de persianas que se alzan para que el fresco llegue a las alcobas.
Sólo noches grandes, de silencios grandes. Sólo algunos perros ladran en el trinquete y en el barrio de arriba como si riñeran a distancia.
Silencio. Ya no existe la costumbre de correr los garbanzos del señor Heliodoro en la Mermejera grande.
Llego al sueño y me asalta la duda pavoniana: ¿Y si mañana, uno de agosto, no despertase nadie y me viera solico, llamando desesperado a todas las puertas sin que nadie me abriese?
De....... Cecilio Bravo