Crees haber llegado al fondo
es más
te convences de haberlo alcanzado
dando por buena tal creencia
pues has sentido el fango
bajo tus pies
su frío y viscosidad
su adherencia y su nauseabundo olor
que parece rodearte
en sutil abrazo
buscando la fragilidad de la piel herida.
Y ahora toca remontar
nadar hacia la superficie
constante y sin descanso
moviendo brazos y piernas
como te enseñaron
la primera vez que te zambulliste
en las cristalinas aguas
de aquella piscina
apenas comenzabas a caminar.
Intentas coordinar brazada y patada
para ganar velocidad y destreza
la mirada hacia arriba
sin perder de vista la superficie
calma
que parece aguardarte
dosificar el aire que guardan tus pulmones
para no agotar tus reservas
antes de alcanzarla
pero el camino se antoja interminable
cuanto más avanzas
más pareces alejarte de la meta fijada
el aire en torno a tu rostro
los rayos de sol acariciando tu piel
tus pulmones renovando el oxígeno
tus ojos sonriendo de nuevo a la vida…
Sin embargo
todo parece distante
has avanzado nada
falso espejismo cruel
fugaz ilusión sin recompensa
siento la angustia en mi pecho
del aire que empieza a faltarme
necesito respirar profundo
gritarle una vez más al viento
y cantarle a las estrellas
nadar hasta agotarme
y serenar el desbocado latido de mi corazón.
No voy a rendirme
no pienso rendirme
no quiero rendirme…
cuán incomprensible
es la incomprensión
de aquel que siente que no puede
nadar
hasta alcanzar la cristalina superficie
en la que se abrazan
mar y viento
y respirar.
Extiendo mis brazos
hasta el dolor indescriptible
y mis manos
hasta deformarse en su elasticidad
y mis dedos
tensionan sus falanges
hasta lo inimaginable y…
no llego
aún no lo alcanzo.
José Manuel Contreras
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