No se marchitan los años
ni los meses ni las semanas
ni los días
ni las horas ni los minutos
ni tan siquiera los segundos
pues aquellos que los crearon
no les otorgaron el ‘don de la vida’.
Y si así fuera
¿qué medimos?
¿Qué contamos?
¿Quién determina el principio y el fin
de aquello
que ni tiene fin ni tiene principio?
Se inventan relojes
cada vez más exactos
cada vez más precisos
cada vez más sofisticados
que midan el tiempo
para decirnos
cuándo debemos levantarnos
o acostarnos
cuándo debemos comer
o descomer
cuándo debemos entrar al trabajo
o presentarnos en la cola del paro
cuándo debemos quedar para vernos
o para despedirnos
cuándo debemos reír
o cuándo debemos llorar…
elaborados calendarios
con imágenes sugerentes
o fotografías solidarias
para contar días, semanas, meses…
¿Quién puede realmente medir el tiempo?
Yo solo sé lo que hago en este instante
y solo recuerdo lo que ya hice.
¿Quién sabe lo que está por llegar?
Leo el principio de estos versos
que ya dibujé antaño
y ahora te estoy escribiendo a ti
sin saber cuándo leerás lo escrito
es más
ignorando si llegarás a hacerlo
pues estos versos ya fueron escritos
no importa cuándo
ese es un dato irrelevante
pues solo tendrán sentido
en el instante en el que tú los leas.
Vivir a destiempo
es vivir
vivir a tiempo
es condenarse.
José Manuel Contreras
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