Calcula tu ahorro de luz



Me gusta la primavera;

quizá porque nací un mes de mayo

de hace ya algunos años.

¿Cuántos?

Qué más da, no es la razón,
... (ver texto completo)
La vida es esa tragicomedia

que se inicia cuando se levanta el telón

en ese preciso instante en el que llegamos,

finalizando cuando se baja el telón

en ese instante preciso en el que partimos.

Esa primera escena que llena de luz y color

todo el patio de butacas,

donde diferentes espectadores, pocos al principio,

disfrutan del comienzo de la función sin saber,

realmente, en cuántos actos se divide

este espectáculo de vida,

con un auditorio cambiante según avanza

el pasar de las escenas

y tú siempre sobre las tablas hasta el final.

En cada vida solo hay un actor principal,

tú mismo,

pero sin concha ni apuntador

que pueda ayudarte a salvar la escena.

Pertenezco a una estirpe de cómicos

por varias generaciones

y me siento muy orgulloso de estos orígenes

tan diferentes a los de muchos otros,

ni mejores ni peores, pero sí diferentes.

Una troupe familiar que viajaba

de pueblo en pueblo buscando lugares

en los que mostrar que la vida es sueño

y los sueños vida son,

con un extenso repertorio

haciendo así las delicias de unos espectadores

que ávidos de teatro y de noticias

llenaban cada tarde y cada noche

lugares con escenarios improvisados,

plazas donde nada había antes de su llegada,

teatros con bambalinas y candilejas

permitiendo que la magia del espectáculo

llenase de vida cada rincón.

Prestar tu cuerpo y tu voz,

tu risa y tu llanto,

tu soñar y sentir…

a diferentes personajes que cobraban vida,

esa vida que el autor había escrito en el libreto.

Diferentes actos han jalonado

y jalonan mi representación;

diferentes ‘mutis por el foro’

he protagonizado antes de tiempo

o con el tiempo ya cumplido.

Mas se acerca, espero que sin prisa,

el final de esta mi tragicomedia

y cuando se baje el telón

no esperaré aplauso alguno,

procuraré partir en silencio

y ligero de equipaje,

igual que cuando se levantó el telón

un día de primavera de aquel lejano año.

.
José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Está Virgen es milagrosa
Soy padre.

El día que nació mi hijo,

mi primer hijo, mi único hijo,

fue sin lugar a dudas

el día más feliz de mi vida.
... (ver texto completo)
buenas tardes, hay hoteles en morgovejo?
Si pudiera detener las guerras,

todas y cada una de las guerras,

no tengo duda alguna

en que las detendría,

pero no tengo una barita mágica.

Desterraría al oscuro e incierto

Universo conocido y desconocido,

sin causarles ningún daño,

acompañados tan solo

por su solitaria soledad,

a los sátrapas indecentes,

a los dictadores inmorales,

a los tiranos impúdicos,

a los déspotas repugnantes,

a los opresores canallas,

a los autócratas viles,

a los falsos profetas…

Quizá, y solo quizá,

quedaría más espacio,

en este lugar al que llamamos Mundo,

para el pensamiento y la reflexión,

para la paz y la armonía,

para la solidaridad y la esperanza.

Aceptaría, sin duda alguna,

la desobediencia debida

que nunca debió ser obedecida

de todos aquellos y aquellas

que volvieran sus espaldas

a los cobardes que montan las guerras

para enriquecer y enriquecerse

con el dolor y el sufrimiento ajeno;

que volvieran sus espaldas

a los cobardes que tan solo viven

para saciar la insaciable hambre desmedida

del que ejerce un poder absoluto

sobre inocentes,

ebrios de esa bilis que les habita.

Abriría mis brazos de par en par

a los que se detuvieran, en silencio,

ante las voces de aquellos

que vociferan y gritan:

avanzar,

disparar,

matar,

aniquilar,

arrasar,

asesinar,

devastar…,

por el simple hecho de alimentar

ese ego desmedido y enfermizo

que les palpita entre las piernas.

Si pudiera detener las guerras,

todas y cada una de las guerras,

no tengo duda alguna

en que las detendría.

.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Subir hasta las nubes

y tocar el cielo,

sin perder contacto con el sufrido

latido de la Madre Tierra.

Subir hasta las nubes
... (ver texto completo)
Qué fácil se organiza una guerra

parapetándose tras una mesa de despacho.

Qué fácil es dar órdenes

cuando tú no las vas a tener que cumplir.

Qué cobardes son los valientes

que para aplacar su locura asesina

envían al frente a otros

para matar y expulsar, sin excusa alguna,

a hombres, mujeres y niños.

Ninguna justificación justifica lo injustificable

por muchas razones peregrinas y absurdas

que el parapetado cobarde pretenda presentar

frente a los suyos, o frente a los no suyos.

Da igual cómo le definas

da igual cómo le nombres

da igual cómo le llames

porque todo lo que no sea él

le importa sencillamente nada.

Puedes llamarle sátrapa, fascista,

genocida, asesino, cobarde…

Sí, cobarde, pues solo el cobarde

es capaz de asesinar de forma indiscriminada

para alimentar su propio ego y sinrazón.

El éxodo que provoca una guerra,

sea en el lugar que sea del mundo,

no tiene razón alguna.

Intereses económicos alimentan las guerras,

intereses personales alientan las guerras.

¡No a las guerras! ¡No a la guerra!

Me veo reflejado, junto con mi familia,

en las imágenes que llegan por los medios.

Escucho el llanto y sufrimiento de los niños

como si fuera el de mis propias hijas.

Siento en mi la desesperación de padres

que deambulan sin rumbo cierto,

o se esconden en sus casas o refugios

intentando proteger a los suyos.

Percibo el enfado, la rabia y el dolor

de los que quieren regresar

para ayudar y defender

a los que son masacrados y expulsados.

¡Parad la guerra!

¡Parad esta guerra!

¡Parad todas las guerras!

No permitáis,

no permitamos que los cobardes asesinos

sean los que decidan el futuro de la humanidad,

pues si lo dejamos en sus manos…,

ni habrá futuro

ni habrá humanidad.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Siento ensombrecida la luz

que se acerca hasta esta mi ventana,

en un amanecer silencioso,

este extraño domingo de febrero.

No albergan nubes el azul del cielo
... (ver texto completo)
He aprendido a caminar

con el corazón en la mano.

He aprendido a caminar

dejando que mis pies

marquen el rumbo y el ritmo.

He aprendido a caminar

bajo cielos inciertos

y sobre una tierra que palpita

ávida de nuevas huellas.

He aprendido.

He aprendido a vivir

con mis ojos de par en par.

He aprendido a vivir

dejando que los nuevos amaneceres

despierten lo que estaba dormido.

He aprendido a vivir

observando todo lo que me rodea

sin importarme la estación del año

ni el lugar del que proceda.

He aprendido.

Y quiero seguir aprendiendo

y quiero seguir viviendo

y quiero seguir caminando

y quiero seguir mirando,

sin perder ni un solo instante

de este tiempo regalado

que la vida me procura,

ahora, que por fin he despertado.

He aprendido,

y espero seguir aprendiendo.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Todas las mañanas me levanto temprano

y en un santiamén me lavo la cara y las manos.

Camino del colegio salgo tan contenta

cruzando aceras y calles siempre muy atenta.

En la puerta ya esperan Ana, Alicia y Rodrigo
... (ver texto completo)
Feliz año
Besos
Adiós, por fin, mi querido

veinte veintiuno.

Sí, querido, pues me has dado tanto

que no agradecértelo sería injusto,

al menos por mi parte.

Ahora bien, debo decirte

con la misma determinación

que has sembrado, en muchos de tus días,

senderos con sufrimiento, dolor y ausencias.

Ausencias, quizá a destiempo,

o cuanto menos inesperadas.

Se me antoja lejos, muy lejos,

aquel primero de enero cuando naciste,

justo después de las doce campanadas

que señalaron la partida,

para no regresar jamás,

de un aciago veinte veinte

que nos asoló sin misericordia alguna.

Te recibimos entonces con los brazos abiertos,

con la mirada esperanzada,

deseosos de que “todo esto” terminase

y despertásemos de esta cruel pesadilla.

Pero no fue así.

Después de trescientos sesenta y cinco días

y consumida la última uva,

has partido en silencio y sin estruendo,

para jamás regresar,

dejándonos con más soledad

y una “nueva variante”

como tu penúltimo regalo.

Pero amanece un veinte veintidós,

hasta ahora desconocido,

al que recibimos sin demora,

con el corazón en un puño,

con la mirada empañada

por lágrimas de esperanza,

al comprobar esa luz que le acompaña.

Bienvenido seas, nuevo año.

Bienvenido sea, cada día y cada atardecer.

Bienvenidas las palabras, los sueños

y los silencios provocados.

Bienvenido todo aquello que nos depares

pues sé que este año será nuestro año.

Sé que será mi año,

y el tuyo

y el suyo.

Y en este, tu nacimiento,

cuando aún gateas

pues no has empezado a caminar,

levanto mi copa para brindar por tu llegada,

abriendo mis brazos de par en par

y así poder abrazarte, sin miedos.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
.

Estar tan cerca y a la vez tan lejos.

Bastaría, tan solo, que yo estirase mi brazo,

frente a ti,

y tú algaras el tuyo, frente a mí,

para que las yemas de nuestros dedos

pudieran alcanzarse y así sentir el roce

de esa piel que ansía el contacto,

al igual que la árida tierra

anhela el retorno de las lluvias.

Mis ojos miran los tuyos,

tan próximos como distantes,

y sienten la tristeza que los acompañan,

pues entienden en el abrazo

esa plenitud de amor

que tan solo ellos comprenden y guardan.

Cuántos abrazos en la cuenta del ‘debe’.

Cuántos abrazos en la cuenta del ‘haber’.

Prometo frente a este horizonte

que ante mi, solitario se muestra,

que serán saldados

una vez que el viento sople a favor

disipando esta sombra que nos asola.

Abrazaré, de nuevo, tu cuerpo y tu alma

como nunca antes lo hube abrazado

y sé, bien que sé, que tú abrazas el mío

como si fuera aquella primera vez

en la que se encontraron y se descubrieron.

Abrazaré tu cuerpo y tu alma

como si fuera el principio de todo

como si fuera el final de nada

como si fueran a separarnos

por ese tiempo que solo la vida decide

y sentiré, de nuevo, el calor de tu alma

y el palpitar de tu cuerpo

grabarse definitivo en mi recuerdo

por si otra sombra quisiera amanecer mañana.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)