Luz ahora 0,07726 €/kWh

CAMPO DE LA LOMBA: TRADICIONES. Leyendas, romances, costumbres, y un largo...

TRADICIONES. Leyendas, romances, costumbres, y un largo etcétera que nos permite hablar de la riqueza cultural de esta comarca. Los habitantes de La Omaña se han mostrado muy prolijos a la hora de generar una rica tradición oral que se ha ido transmitiendo de generación en generación. Sin embargo, la actualidad viene marcada por el abandono de estas zonas rurales, por lo que toda esta tradición popular está en un grave peligro de extinción. Aun así, los intentos por recuperar esta cultura en sus diferentes manifestaciones parecen estar dando sus frutos, por lo que ahora podemos hacer referencia a numerosos ejemplos que nos acercan a la riqueza cultural omañesa.
El habla de esta comarca encuentra multitud de similitudes con el de Laciana o Babia, y es que el pachuezo ha extendido su influencia a las tierras de La Omaña. De esta forma, al referirnos a un habla tradicional omañésa hemos de citar el pachuezo, caracterizado por ese fonema /ts/ que encuentra su sonido más similar en la /ch/ francesa. Por lo tanto, vemos como estas formas dialectales provienen de comarcas limítrofes, ya que apenas se conservan restos lingüísticos de una posible forma dialectal específica de la comarca, a no ser en la toponimia.
La tradición oral, sin embargo, sí ha encontrado numerosas formas de expresión en los diferentes pueblos y localidades que se encuentran ubicados en la comarca, desde las coplas producto de la inventiva popular, hasta romances que han superado los límites comarcales adquiriendo fama a lo largo de toda la provincia. En este último caso, no podemos pasar por alto el famoso romance de Don Ares de Omaña. Los Omaña, en las típicas luchas nobiliarias medievales, se encontraban enfrentados con los Quiñones, condes de Luna. Don Ares era el encargado de defender estas tierras frente a las pretensiones de los condes de Luna y, más en concreto, frente al Adelantado Mayor Pedro Suárez de Quiñones. Cerca del castillo de Ordás, fue citado Don Ares por el Adelantado Mayor. Sin embargo, le traicionó y le dio muerte a los pies de la fortaleza.
Pero la tradición oral omañesa ha encontrado otras formas de expresión, a veces mucho más populares. Es el caso de los famosos cantos de boda que se entonaban en todos los pueblos, cuando alguno de sus vecinos contraía matrimonio. Estos se cantaban cuando todos los invitados acompañaban a los novios camino de la iglesia donde se oficiaría la ceremonia. Gran fama tuvieron en toda la comarca los versos del Tío Mata, un lugareño de San Martín de Falamosa, que vivió a caballo entre el siglo XIX y XX. Toda su obra lírica era original y espontánea, ya que componía sus versos mientras regaba sus campos o labraba sus tierras. Posteriormente, los recordaba y los recitaba a sus vecinos. Sin embargo, muchos de estos versos se perdieron ya que nadie se preocupó por dejar constancia escrita de ellos.
En estas tierras, como sucede en otras comarcas, encontramos dos costumbres que estuvieron muy arraigadas y que sirvieron como perfecto vehículo de transmisión de la cultura popular que habían generado sus gentes. El filandón consistía en la reunión de un número indeterminado de vecinos en la casa de uno de ellos, durante las largas y frías noches de invierno. En estas reuniones, donde se comía y se bebía, se contaban multitud de historias y anécdotas, así como cuentos, para amenizar las largas horas nocturnas. Recibe el nombre de filandón porque en esta reunión las mujeres aprovechaban para hilar con sus ruecas y husos, a la vez que contaban e inventaban cuentos, muchos de los cuales han llegado hasta nuestros días. El calecho tenía el mismo aspecto de reunión, pero no en un local cerrado, sino que se hacía en las eras de los pueblos. Allí se concentraban los mozos y mozas de la localidad en los momentos anteriores a la cena y aprovechaban para contar cualquier hecho sucedido e inventar historias, que han pasado a formar parte de la cultura oral de estos pueblos.
Otra costumbre que se ha perdido, y que implicaba la reunión de vecinos, era la que se conocía como la Hoguera de Reyes. Durante estas fechas, en alguna era cercana al pueblo, se encendía una hoguera en torno a la cual se reunían los vecinos, charlando durante largas horas, mientras comían y bebían.
Dentro de este apartado, también podemos hacer referencia a otras costumbres, hoy abandonadas, que se compartían con las comarcas vecinas de Laciana, Babia y Montaña. En este caso, nos estamos refiriendo a las pastoradas. Eran una especie de representaciones teatrales, en la que los actores eran los propios vecinos del pueblo. Durante la celebración de la Nochebuena, se reunían en la iglesia, y allí se representaba la adoración de los pastores al Niño Jesús. No existía una fórmula escrita que fijase los diálogos, sino que estos se dejaban al azar o se transmitían de generación en generación.
El baile es otra importante manifestación cultural. En todas las localidades de La Omaña se practica la jota, que variará respecto a la de otras comarcas según los “puntos”. Por ejemplo, los tiempos de espera, el paso corrido, el paso patina... También tiene gran aceptación el baile de resistencia conocido como tito, y que imita en sus pasos los trabajos agrícolas.