Aunque probablemente fuera ocupado por primera vez por los
romanos, se atribuye su fundación a Alfonso II de
Asturias. Según la leyenda, fue prisión de Sancho Díaz, padre de Bernardo del Carpio.
Históricamente, fue reconstruido por Alfonso III de Asturias. Desempeñó un papel fundamental en la rebelión de los hijos de este rey. Su esposa, la reina Jimena, se lo entregó a su primogénito, García, en 910, junto con los
castillos de Alba, Gordón y Arbolio, tras lo cual logró la abdicación de Alfonso
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