Miércoles 29 de diciembre de 2010
Tomás Becket
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1Jn 2,3-11: Quien ama a su hermano permanece en la luz
Salmo 95: Alégrese el
cielo, goce la tierra
Lc 2,22-35: Mis ojos han visto a tu salvación
En tiempos de Jesús era
costumbre presentar al niño ante el Señor en el Templo de Jerusalén y ofrecer un sacrificio de purificación por él. Los pudientes sacrificaban un ternero, otros un cordero, y los más pobres un par de tórtolas. Lo que significa que José y María eran pobres, recalcándose
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