Seguimos siendo vecinas en la Magdalena, donde compartimos hacendera de calle y muchas tardes en el patio interior del edificio, con Angelina la portuguesa, Mari Paz su hija, Gloria la madre de Alberto el del Alca, y otras madres que entre labores y charlas vigilábamos los juegos de nuestros hijos.
Era difícil por no decir imposible no verla en los entierros de algún vecino de
Canales, y por supuesto en los de
la Magdalena.
En los eventos alguna vez también la he visto, y su partida en las
escuelas los domingos, donde según tengo entendido todavía estuvo el domingo pasado. Siento no haber estado para acompañarla en su último viaje, pero quiero pensar que allí donde esté descansará en paz, porque tuvo una vida muy dura. Un abrazo a su
familia en estos duros momentos.