Sabemos bien que llegaste y que ya has ocupado tu sitio,
el sábado desde ahí arriba observaste nuestros titubeos,
eran las tres y media de la tarde y la
lluvia no dejaba de caer;
unos por la
Calle de los
Balcones, otros hacía las antiguas
escuelas.
El
agua nos desconcertó mientras el tiempo se nos echaba encima,
a la vez que las
castañas y los chorizos avisaban de que ya era la hora.
Ese fue el preciso momento en que tu cerraste la llave de paso,
nos echaste el primer cable y te lo agradecimos,
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