Itinerario: La
Romería, los
molinos y desde el
puente al
Bar Río Luna
Se cumplieron las directrices: Depositar los programas directamente en los buzones, o en su ausencia por debajo de la
puerta, o en mano… si coincide.
Anécdota: El vecino de Toño Cata parecía ausente.
Casa cerrada. Cancilla cerrada. Dos perros vigilantes…
Con un golpe de muñeca certero, dibujando una media elíptica, el programa se introduce limpiamente por debajo de la puerta. Sólo asoma una pequeña
esquina que evidencia la invitación.
Al tiempo que el repartidor se recrea en el golpe certero, se lanzan los perros a la puerta y con la habilidad propia de los auténticos depredadores, con la pata extraen el programa y se concentran uno y otro en destrozar la misiva. Eso sí, disfrutando a lo grande!
Objetivo cumplido: Son los primeros que han disfrutado del evento. Es buena
señal, no os parece?