La lectura es la gran proveedora de argumentos, la clave para que los demás te escuchen. Todos los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento. Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga. Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir. Lee los buenos libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos.