GRACIAS, MUCHAS GRACIAS
querido abuelo, por todos los bonitos recuerdos que me regalaste durante mi niñez y mi juventud. Por los inolvidables ratos que pasé a tu lado jugando a la brisca, a los bolos, yendo a Turcio a bañarnos, echando carreras en plena carretera, en aquellas añoradas noches de verano tomando el fresco, escuchando tus "letanías" sentados en aquel banco de madera que fue testigo de lo que hizo cierta mujer de un boticario; gracias por aquellas entrañables fotos que Reclinto, siempre presto y dispuesto, nos sacó frente a tu añorada Cantina con toda tu nietada y allegados; gracias por aquellos chicles que me dabas a escondidas y con suma complicidad, yo los guardaba con picardía por si las moscas..., cuando una vez cerrada la cantina, hacías limpieza en la barra y yo te acompañaba mientras, poniendo tus anteojos que me hacían ver aquel suelo de vieja madera, tan lejanos; gracias por aquel "techador de Ancares", por "Y si pican, vrada y si no pues nada", por aquellos últimos años a tu lado siendo yo ya un mozo. Tu recuerdo lo valoro y aprecio porque forma parte de mí, mientras me siento orgulloso de él. Siempre me supiste enseñar a ver la vida con honestidad, buen humor y modestia (en este pueblo señores, donde habita tanta gente, hace fuerza el más cobarde y dan pol saco al más valiente). Por todo ello, querido abuelo muchas gracias y eternamente agradecido.
querido abuelo, por todos los bonitos recuerdos que me regalaste durante mi niñez y mi juventud. Por los inolvidables ratos que pasé a tu lado jugando a la brisca, a los bolos, yendo a Turcio a bañarnos, echando carreras en plena carretera, en aquellas añoradas noches de verano tomando el fresco, escuchando tus "letanías" sentados en aquel banco de madera que fue testigo de lo que hizo cierta mujer de un boticario; gracias por aquellas entrañables fotos que Reclinto, siempre presto y dispuesto, nos sacó frente a tu añorada Cantina con toda tu nietada y allegados; gracias por aquellos chicles que me dabas a escondidas y con suma complicidad, yo los guardaba con picardía por si las moscas..., cuando una vez cerrada la cantina, hacías limpieza en la barra y yo te acompañaba mientras, poniendo tus anteojos que me hacían ver aquel suelo de vieja madera, tan lejanos; gracias por aquel "techador de Ancares", por "Y si pican, vrada y si no pues nada", por aquellos últimos años a tu lado siendo yo ya un mozo. Tu recuerdo lo valoro y aprecio porque forma parte de mí, mientras me siento orgulloso de él. Siempre me supiste enseñar a ver la vida con honestidad, buen humor y modestia (en este pueblo señores, donde habita tanta gente, hace fuerza el más cobarde y dan pol saco al más valiente). Por todo ello, querido abuelo muchas gracias y eternamente agradecido.
Presi, y buena fe de todo lo que cuentas la da su gran nieto, digno sucesor. ¡Viva el abuelo Rosales! ¡Y viva su nieto el José Ángel!
Y que viva todo este Calecho, que nos está dando lo que hace bien poco ni imaginábamos, queridas amigas.