El taxi de Tomasín fue el primer coche en el que me subí antes de nacer. Mi madre llevaba dos días con dolores de parto y como yo no quería salir, porque para ver lo que hay que ver y yo que me encontraba a gusto dentro, determinó D. José que para León. Así que cogieron el coche de punto y para la clínica. Por cierto, que al pasar por Otero, estaban en fiestas y hubo que parar al paso de la procesión.
Volví a subirme en el coche en más ocasiones, pero esta vez en la fragua de los Viñayo, ya que el coche terminó sus días allí y la chavalería echavamos grandes carreras en aquel auto sin ruedas, con los cristales rotos y moviendo aquel gran volante.
Volví a subirme en el coche en más ocasiones, pero esta vez en la fragua de los Viñayo, ya que el coche terminó sus días allí y la chavalería echavamos grandes carreras en aquel auto sin ruedas, con los cristales rotos y moviendo aquel gran volante.