La casa de la Romería. La presa pasaba por debajo. En mis sueños infantiles pensaba que haciendo un agujero en el suelo se podían pescar truchas perfectamente sin que te pillasen los guardias. En aquella presa solo había peces que cojías en un pozo que tenía el Maragato para regar, los metías en un frasco y al día siguiente estaban muertos, por mucha respiración artificial que les aplicases.
Juan.
Juan.