Buenas buenas! je eso si que eran nevadas con razón mis padres decian que a veces para ir a la escuela las paredes del camino eran de hielo.. era verdad nomás! se me ocurre de esa época alguien vio o tuvo un lobo cerca la casa?
Gracias Fueya por el estado del tiempo... y me imagino que unas fabes con morcilla o un tgeneroso cocido no vienen mal con semejante clima... un hasta pronto q me voy hacer la comida quiero hacer todo pero no puedo estar en todos lados a la vez... como es el refrán? no se puede estar en misa y tocar campanas.. algo asi...... LILIANA
Gracias Fueya por el estado del tiempo... y me imagino que unas fabes con morcilla o un tgeneroso cocido no vienen mal con semejante clima... un hasta pronto q me voy hacer la comida quiero hacer todo pero no puedo estar en todos lados a la vez... como es el refrán? no se puede estar en misa y tocar campanas.. algo asi...... LILIANA
Verlo no, pero a la ventana de mi casa por la parte de la cerrada (era de Teresa) si que llegaban por la noche. Cuando nos levantábamos estaban las pidadas (huellas) en la nieve.
Mi abuela tenía la cuadra de las vacas en la esquina que daba a la "huertina"que quedaba a un nivel superior, con lo cual las ventanas de la cuadra quedaban a ras del suelo por fuera. Las vacas estaban atadas en los pesebres, cara de los ventanucos que quedaban a la altura de sus cabezas.
Una noche, de madrugada, (yo no sé si había nacido para entonces, pero lo oí contar muchas veces), las vacas empezaron a mugir desesperadas, con tal alboroto que despertaron a todo el mundo incluida mi abuela que estaba en el otro extremo del corral. Mi abuela se levantó, cruzó el corral todo nevado y cuando entró en la cuadra se encontró a dos lobos, uno en cada ventana, mirando fijamente a las vacas, a través del cristal.
Carmina R.
Mi abuela tenía la cuadra de las vacas en la esquina que daba a la "huertina"que quedaba a un nivel superior, con lo cual las ventanas de la cuadra quedaban a ras del suelo por fuera. Las vacas estaban atadas en los pesebres, cara de los ventanucos que quedaban a la altura de sus cabezas.
Una noche, de madrugada, (yo no sé si había nacido para entonces, pero lo oí contar muchas veces), las vacas empezaron a mugir desesperadas, con tal alboroto que despertaron a todo el mundo incluida mi abuela que estaba en el otro extremo del corral. Mi abuela se levantó, cruzó el corral todo nevado y cuando entró en la cuadra se encontró a dos lobos, uno en cada ventana, mirando fijamente a las vacas, a través del cristal.
Carmina R.