CANALES: Ya digo que yo tengo lagunas mentales respecto a esta...

Pilar por Dios. Como no iba a confiar la buena de Teresa en estos cinco, cuando ella era perfectamente consciente de que el del traje estaba haciendo un cursillo de Tratante de ganado por el PPO. Los demás nos apuntamos sobre la marcha del coche de línea, es cierto, y porque en Riello donde Visi, se comía rebien............. en todo caso te puedo asegurar que no le salimos caros. Incluidos los billetes del coche línea, las comidas y las farias, junto con el precio del burro no llegó a 393,25 duros. A los chupitos nos invitó Visi. Que por cierto, como se nos puso Juanín aquel día de contento. Fijaros de hecho como salió la foto, ay elemento, elemento, se te cerraban los ojos cuando disparaste (luego se cayó de culo, menos mal que estábamos en el prao de Doro, por cierto al lao del Bao de mis amores). Lucerito, Lucerito, le preguntábamos luego en el prado, quien es el más bonito? y él moviendo sus bondadosas orejas siempre señalaba rebuznando y decidido hacia Lupina. Viva Canales ¡

Capítulo segundo: donde continúa la extraordinaria odisea del burro de Teresa.

Amigos:
Quiero recordaros, como os decía ayer, que yo no fui protagonista de esta historia. Yo me limito a transcribir lo más fielmente posible lo que uno de sus protagonistas me contó, y no puedo decir quien fue por expreso deseo suyo.

Pues bien, ayer dejábamos a nuestros amigos corriendo detrás de Lucerito, asustado de tanto ajetreo como había vivido en la primera parte de este periplo, y si recordáis” con unas enormes bragas blancas en la cabeza corriendo como un pura sangre, seguido muy de lejos por una pandilla de chavales, vestidos de domingo, temerosos de que se les escapara, seguidos a su vez, a 30 metros de distancia, por Lupina, quien, aquejada de un ataque de risa floja, no podía seguirles el ritmo”.
Y por más y más que corrían estos, más y más corría y se alejaba él.

Afortunadamente para todos Lucerito, sin saberlo, corría en dirección de Canales y los muchachos comprendiendo que a correr nunca le iban a ganar, decidieron tranquilizarse y, al paso, ir acercándose poco a poco. Y justo a la entrada del pueblo de Quintanilla, ya mas sosegado el jumento, y acuciado por el hambre, lo pillaron nuestros amigos pastando tranquilamente.
Sin parar a descansar, (este fue su gran error) y con ganas de llegar a Canales y acabar de una vez con esta aventura, cogieron al burro por las riendas y tirando de él, todos juntos emprendieron de nuevo el regreso a casa.
Pero no habían andado todavía ni un kilómetro cuando el asno decidió, en medio de la Vega Grande, que no daba ni un paso más. No sé si abatido por el hambre, por la carrera que se había pegado o por la suma de todos los acontecimientos acumulados en el día, pero el burro, derrengado en el suelo, dijo No. Ni un paso más. Y ya sabéis lo necios que son los burros. Y mira que nuestros chicos insistieron. Por las buenas y por las malas, rogándole, prometiéndolo las mejores berzas y zanahorias de la huerta de Canales, amenazándole, empujándole. Nada, que no. En fin, así se iban pasando los minutos, y casi las horas y la situación seguía igual.
Tras un buen rato meditando entre ellos...

-Yo creo, dijo Jose Angel, que a lo mejor entre todos somos capaces de cogerlo y llevarlo en brazos.

Lupina, acercando rápidamente sus manos a la boca, intentó ahogar sin éxito una tímida carcajada.

- ¿Cómo?, preguntó Toño, ¿a la silla la reina?

Las carcajadas de Lupina resonaron por toda la Vega.

- Pero como vamos a poder llevarle así si no podemos darnos nuestras manos por debajo del burro. Contesta Luis Angel.
- Calla, calla, que no es tan mala idea. Interviene el otro Toño. ¿Y si con dos gruesas ramas probamos a hacer unas andas para transportar a hombros al burro? ¿quien dijo que cinco tíos de Canales, que cinco Canalones, no iban a poder con medio burro?
Mientras Lupina se sujetaba el vientre desternillándose de la risa, ellos, como locos se pusieron a buscar esas dos gruesas ramas y una vez localizadas y escogidas las más adecuadas, juntaron los cintos de sus pantalones e hicieron una especie de camilla que seguro que bien podría resistir el peso del jumento.
No me preguntéis como pudieron colocar al burro sobre las andas y como pudieron subirlo al hombro a la de tres. He intentado que Lupina me lo describiera, pero las lágrimas que de la risa que en ese momento le saltaban de los ojos, me decía, (al igual que ahora recordándolo), le impidieron ver con claridad como lo hicieron.
Pero, amigos, lo consiguieron, y la escena que se nos presenta ante nuestros ojos es así: imaginaos una extraña procesión, en la Vega grande, compuesta por cinco chavales, en fila india, dos delante Luis Angel y Jose Angel, y tres detrás, Juan, Toño y Toño, vestidos, repito, de domingo, por la orilla derecha de la carretera, mientras se sujetan los pantalones con una mano, llevan a hombros sobre una especie de andas hechas rudimentariamente, a un burro, quien, con unas enormes bragas blancas sobre su cabeza y sentado con aire majestuoso y sin inmutarse, va contemplando digna e indolentemente el paisaje; y todos ellos, seguidos de una Lupina que cada pocos metros, por no poder aguantarlo más, se va espanzurriando* de la risa.

Y tuvieron mucha suerte, porque cuando goterones de sudor les corrían por la frente y las fuerzas les empezaban a fallar, acertó a pasar por allí el camión de Transportes Omaña, conducido por Avelino el de Senra y un sobrino de 17 años, hijo de su hermano Caco, que iba con él ayudándole en el reparto; y que al doblar una curva se encontraron con aquella insólita procesión, y no dando crédito a lo que veían sus ojos, apunto estuvieron de atropellarlos.
Pero aunque Avelino pisó el freno a tiempo, no pudo evitar que al oír el ruido del camión y los chirridos de los frenos, los de detras que llevaban el burro, quisieran girarse para ver que era lo que se les venía encima y con esta maniobra no provocaron otra cosa que el que todos se vinieran al suelo, el burro por un lado, ellos por el otro, y Lupina detrás, en el suelo también, tronchándose de la risa.

Bueno, en fin, amigos. Que al final, tras contarle a Avelino el porqué de esta extraña aparición en medio de la carretera, este, apiadándose del lamentable estado en que se encontraba la pandilla, y pensando para sus adentros que todos los mozos de Canales deberían visitar al psiquiatra sin falta y cuanto antes, junto con los mozos, entre todos subieron al burro a la caja del camión, subiendo ellos después, y así llegaron todos a Canales en el camión de Transportes Omaña, en un corto viaje de apenas unos minutos, deprimidos, agotados, cariacontecidos y abatidos, bajo un silencio sepulcral, roto de vez en cuando por la risa que se le escapaba entre las manos, por más esfuerzos inútiles que hacia, la buena de Lupe.
Cuando bajaron del camión, no es extraño que el burro dijera ¿Viva Canales!.
Y que al cámara le temblaran las manos.
Y las piernas.
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Amigos, esta es la verdadera historia del burro de Teresa. Al menos así es como a mí me la han contado.

Solamente quiero decir que si alguno de los protagonistas de esta historia no está de acuerdo con lo que aquí se ha relatado, o recupera la memoria y tiene una versión distinta de esta, aquí tiene este foro que es el sitio adecuado para contar su versión.
(Imagino que callarán como zorros).

Y por cierto: hace ya muchos años que oí unos cantares y unas coplas que hacían referencia al burro de Teresa y a este extraño viaje con los mozos de Canales. Si alguno de vosotros las tuviera o supiera alguna os ruego que las colguéis aquí.

Sin más, un beso, y me despido ya por el foro.

Jose.

· Espanzurriarse: (del Lleunes Espanzurriar) caer o caerse contra el suelo.

Ya digo que yo tengo lagunas mentales respecto a esta historia. Leyéndola voy recordando algunas cosas. No puedo jurar si fué en casa Visi o donde el Riberano donde comimos, pero que el orujo era de hierbas de parte de la Lomba, eso sí. Es que allí como están muy oreadas parece ser que perjudican más. Y de una procesión en donde a alguno se le cayeron los pantalones por falta de cinturón, como que me suena. Miraré el disco duro a ver si encuentro más datos.
Juan.