Quién era
No era incomunicación; era soledad.
No era desánimo; era desesperanza.
No era miedo; era terror.
No era nada; era todo.
Y ahora estaba dejándose amarrar por unos brazos gélidos, que le arrastraban al fondo, donde sólo había oscuridad y silencio.
M. Blanco
No era incomunicación; era soledad.
No era desánimo; era desesperanza.
No era miedo; era terror.
No era nada; era todo.
Y ahora estaba dejándose amarrar por unos brazos gélidos, que le arrastraban al fondo, donde sólo había oscuridad y silencio.
M. Blanco
Este es el que más me ha gustado.
La palbra de este, era todo y nada