Crónica Taurina. Foto nro 1.
Gran festejo taurino celebrado un día de S. Roque de los años 80.
Con permiso de la autoridad, se lidió un soberbio toro, uno, de la afamada ganadería del Marqués de Camposagrado y de la Señorita de Benllera.
Cuadrilla del maestro Manolo el Ruco compuesta por el mozo de estoques, José Angel “El Niño de la Garlopa” y Manu el de Lolo.
Una cerrada ovación recibe al equipo de valientes que se enfrentarán al cuadrúpeto astado. El documento gráfico que acompaña la presente crónica muestra el coso a reventar, lleno hasta la bandera. Desde primeras horas de la mañana se ha colgado el cartel de “No hay billetes”.
El aguacil “El Pipo” trata de apartar al público, que se ha lanzado a la arena a saludar a la cuadrilla, tratando de despejar el albero, dado el peligro que representa el animal a lidiar, ya que es conocida su casta y bravura.
La chiquillería se arremolina alrededor de la cuadrilla. Ante sus ojos pasa un puñado de valientes que, cual legionarios, parecen los novios de la muerte. Algunas prendas íntimas femeninas han sido arrojadas al paso del maestro, como antecedente de lo ocurrido años después con un conocido torero de la zona de Ubrique (Cádiz).
Gran festejo taurino celebrado un día de S. Roque de los años 80.
Con permiso de la autoridad, se lidió un soberbio toro, uno, de la afamada ganadería del Marqués de Camposagrado y de la Señorita de Benllera.
Cuadrilla del maestro Manolo el Ruco compuesta por el mozo de estoques, José Angel “El Niño de la Garlopa” y Manu el de Lolo.
Una cerrada ovación recibe al equipo de valientes que se enfrentarán al cuadrúpeto astado. El documento gráfico que acompaña la presente crónica muestra el coso a reventar, lleno hasta la bandera. Desde primeras horas de la mañana se ha colgado el cartel de “No hay billetes”.
El aguacil “El Pipo” trata de apartar al público, que se ha lanzado a la arena a saludar a la cuadrilla, tratando de despejar el albero, dado el peligro que representa el animal a lidiar, ya que es conocida su casta y bravura.
La chiquillería se arremolina alrededor de la cuadrilla. Ante sus ojos pasa un puñado de valientes que, cual legionarios, parecen los novios de la muerte. Algunas prendas íntimas femeninas han sido arrojadas al paso del maestro, como antecedente de lo ocurrido años después con un conocido torero de la zona de Ubrique (Cádiz).