Presi estas fotos son geniales y que jóvenes estaban, ya las guardé para la exposición
Mis dos abuelos paternos, querida Secre. A mi abuelo Pepe no llegué a concerle, yo era muy pequeño cuando el hombre murió de un infarto aquí en León, un día que bajó a hacer unas cosas y en una acera en el Padre Isla allí mismo quedó. De mi abuela María guardo un cariñoso recuerdo. Nos llevábamos muy bien y tenía ciertos "favoritismos" conmnigo. Siempre me llamaba gandul y bribón. Nada más salir de misa los domingos, bajaba a verla y lo primero que hacía nada más entrar en su cocina, era sacarle una caja metálica donde guardaba las perras. Ya se la ponía abierta encima de sus manos, me daba el duro de propina y hala, para casa Margarita a comprar chupos y chicles. Que tiempos.............
Amado Jose Angel llegue a las lagrimas al ver esta foto yo conoci muy bien este matrimonio ya q yo vivia en la calleja mira si hace años, tu abuelo hico para mi mamá una comoda que aun existe, y por cierto tus abuelos heran muy buenos un beso para todos los calechanos. PAZ
Muchas gracias PACITA por estos bonitos recuerdos.
Efectivamente, eran mis dos abuelos paternos. A mi abuelo Pepe no llegué a conocerle, yo no tenía dos años cuando el pobre se murió. A mi abuela María, a Dios gracias, me tocó disfrutarla unos años más, los mismos que a ella le tocó aguantarme a mí. Le cogí un gran cariño, yo era su nieto consentido y le preparé bastantes travesuras. Todos los domingos, después de misa, iba con mi bicicleta a verla. Entraba en aquella cocina, le sacaba la caja de las perras y se la ponía ya abierta encima de sus piernas, pa que me diera la propina y salir corriendo a comprar las correspondientes chucherías.
Un día al salir de casa, vi que estaba en la Calle de los Balcones, justamente al lado de la casa de Tina, el chatarrero de Amio con botijos, potes, platos de barro.......... todo muy bien expuesto sobre el suelo para vender a la gente. Yo tenía sobre ocho años y aquello cuando lo ví, me gustó. De tal manera que aquel día y de repente, me entró vocación de chatarrero por infusión.
Tanto fue así que marché a casa de mi abuela María, entré y al ver la cocina vacía, empezé a sacar del armario platos y demás cacharros y los saqué todos para la calle, encima de un estupendo cantón que tenía al lado de la misma carretera. Allí comenzé mi nuevo oficio, un estupendo día soleado, hasta que la pobre abuela, que salía del taller de mi padre, donde había ido a por unos troncos para la lumbre, pudo comprobar estupefecta toda la cruda y dura realidad. Cuando las amenazas llegaron a mis oidos, y sin haber vendido un solo jarrón, yo subí calleja arriba hasta la misma iglesia, por si alguien pudiera tomar cartas en el asunto y en contra de mis intereses. Ese mismo día ya me quitaron la licencia de chatarrero. Ni dos horas seguidas permanecí en el gremio.................
Un fuerte abrazo, PACITA.
Efectivamente, eran mis dos abuelos paternos. A mi abuelo Pepe no llegué a conocerle, yo no tenía dos años cuando el pobre se murió. A mi abuela María, a Dios gracias, me tocó disfrutarla unos años más, los mismos que a ella le tocó aguantarme a mí. Le cogí un gran cariño, yo era su nieto consentido y le preparé bastantes travesuras. Todos los domingos, después de misa, iba con mi bicicleta a verla. Entraba en aquella cocina, le sacaba la caja de las perras y se la ponía ya abierta encima de sus piernas, pa que me diera la propina y salir corriendo a comprar las correspondientes chucherías.
Un día al salir de casa, vi que estaba en la Calle de los Balcones, justamente al lado de la casa de Tina, el chatarrero de Amio con botijos, potes, platos de barro.......... todo muy bien expuesto sobre el suelo para vender a la gente. Yo tenía sobre ocho años y aquello cuando lo ví, me gustó. De tal manera que aquel día y de repente, me entró vocación de chatarrero por infusión.
Tanto fue así que marché a casa de mi abuela María, entré y al ver la cocina vacía, empezé a sacar del armario platos y demás cacharros y los saqué todos para la calle, encima de un estupendo cantón que tenía al lado de la misma carretera. Allí comenzé mi nuevo oficio, un estupendo día soleado, hasta que la pobre abuela, que salía del taller de mi padre, donde había ido a por unos troncos para la lumbre, pudo comprobar estupefecta toda la cruda y dura realidad. Cuando las amenazas llegaron a mis oidos, y sin haber vendido un solo jarrón, yo subí calleja arriba hasta la misma iglesia, por si alguien pudiera tomar cartas en el asunto y en contra de mis intereses. Ese mismo día ya me quitaron la licencia de chatarrero. Ni dos horas seguidas permanecí en el gremio.................
Un fuerte abrazo, PACITA.
jajaja... ¡que bueno primo, he estado leyendo tus trvesuras y me he reido un montón... gracias por compartirlo.