Miércoles 29 de diciembre de 2010
Tomás Becket
INICIO
1Jn 2,3-11: Quien ama a su hermano permanece en la luz
Salmo 95: Alégrese el cielo, goce la tierra
Lc 2,22-35: Mis ojos han visto a tu salvación
En tiempos de Jesús era costumbre presentar al niño ante el Señor en el Templo de Jerusalén y ofrecer un sacrificio de purificación por él. Los pudientes sacrificaban un ternero, otros un cordero, y los más pobres un par de tórtolas. Lo que significa que José y María eran pobres, recalcándose así, nuevamente, el origen humilde de Jesús. Este niño es el que despierta el canto del viejo Simeón. Quien reconoce al Mesías es una persona pobre, en este caso un anciano. Al final se termina poniendo de manifiesto el destino de Jesús como signo de contradicción; y María también sufrirá por su hijo, compartirá el dolor de aquél que morirá en defensa de la vida. Muchos tienen el deseo de recibir al Salvador, el que traerá la justicia. Creer en un Dios hecho niño y pobre nos encara con un compromiso inaplazable por la justicia y la solidaridad. Debemos ver a Dios en lo pequeño, en los despreciados por la sociedad, en los pobres que claman justicia y dignidad. Hoy son nuestros pueblos los que escuchan y buscan la liberación de tantas situaciones infrahumanas. Recibamos al niño Jesús en el rostro de los necesitados de nuestra sociedad.
FELIZ NOCHE CANALES
Tomás Becket
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1Jn 2,3-11: Quien ama a su hermano permanece en la luz
Salmo 95: Alégrese el cielo, goce la tierra
Lc 2,22-35: Mis ojos han visto a tu salvación
En tiempos de Jesús era costumbre presentar al niño ante el Señor en el Templo de Jerusalén y ofrecer un sacrificio de purificación por él. Los pudientes sacrificaban un ternero, otros un cordero, y los más pobres un par de tórtolas. Lo que significa que José y María eran pobres, recalcándose así, nuevamente, el origen humilde de Jesús. Este niño es el que despierta el canto del viejo Simeón. Quien reconoce al Mesías es una persona pobre, en este caso un anciano. Al final se termina poniendo de manifiesto el destino de Jesús como signo de contradicción; y María también sufrirá por su hijo, compartirá el dolor de aquél que morirá en defensa de la vida. Muchos tienen el deseo de recibir al Salvador, el que traerá la justicia. Creer en un Dios hecho niño y pobre nos encara con un compromiso inaplazable por la justicia y la solidaridad. Debemos ver a Dios en lo pequeño, en los despreciados por la sociedad, en los pobres que claman justicia y dignidad. Hoy son nuestros pueblos los que escuchan y buscan la liberación de tantas situaciones infrahumanas. Recibamos al niño Jesús en el rostro de los necesitados de nuestra sociedad.
FELIZ NOCHE CANALES