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CANALES: LA MUJER QUE NO TIENE CASA...

LA MUJER QUE NO TIENE CASA

Yo estaba enredando con unos camiones de madera en un montón de tierra, en la puerta de mi casa. Esa mañana no había ido al cole: toda la noche la tripa me estuvo dando retortijones y mi mamá, por la mañana, dijo que me quedara en casa. Como se había ido el dolor, estaba jugando. Me había pasado como a mi hermano: una vez le dolió una muela y, cuando fue al practicante, al ver la jeringuilla, salió corriendo y nunca más le dolió...
Pues allí estaba yo cuando la vi; venía aún lejos, pero la reconocí: la mujer que no tenía casa, con un bulto en la cabeza. A cada paso que daba, su cuerpo se movía cansinamente; un mandil negro cubría su enorme cuerpo y traía los brazos en jarras para guardar el equilibrio.
Yo sabía que eran tres los bultos que transportaba. Siempre tres: dejaba uno a la orilla de una casa y volvía a por otro... Y así hacía el camino.
La barriga comenzó a dolerme otra vez y los pelillos de los brazos se me pusieron de punta. Pensé: “ ¿Y si esta vez deja el saco en mi puerta?” Me metí corriendo a la casa. Mi madre me preguntó;
- ¿Te encuentras mal?
No le contesté y me fui directa al baño; tenía ganas de devolver pero no conseguía echar nada. Cada vez me ponía peor y no podía llamar a mi mamá; la había escuchado salir a la calle y su voz me llegaba amortiguada por la distancia. Presté atención y escuché la conversación que tenía con la mujer del camino:
-Buenos días, Manuela, ¿vas a descansar en mi puerta?
-No, el saco pesa poco, caminaré unos metros más, antes de ir por los otros. ¿Qué le pasa a la rapaza, que no está en la escuela? ¿Se encuentra enferma?
-Nada grave. La barriga un poco revuelta y algo de cuento. Mañana estará mejor.
-Estas criaturas, siempre con algún problema. Bueno, sigo mi camino y, si necesitas darme algo, ya sabes mi recorrido.
-Adiós, nos veremos la próxima vez y veré qué tengo para que te lleves.
Mi madre entra y cierra la puerta de la calle. No me atrevo a llamarla. ¿Que tendrá que darle a Manuela? ¿Algo que le estorbe, algo que le moleste? ¿Algo o alguien que no le haga caso y que le haya dicho una mentirijilla?... Ahora sí me siento enferma de verdad... Y el saco que llevaba en la cabeza, parece que pesaba poco, tan poco como yo... ¡Ay, virgencita, que sea todo un cuento para asustar a los niños! Pero si es verdad… ¿Qué niña no habrá ido hoy al colegio?…

Mª Blanco
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
No se si esta Manuela es la que me imagino.... yo cuando la veía no sabía donde meterme. La veía por Otero con unas vacas, una de ellas llevaba una madera tapándole los ojos, era tan siniestra como la dueña.
Muy bonito tambien este relato María Luisa, gracias por compartirlo.