Ana María Quiñones de León, mujer del posible rey, desciende de Riolago
Una de las pocos fotos que existen de Idris Al-Sanusi y Ana María Quiñones.
David Rubio / León
Medio mundo está mirando estos días hacia Libia, donde se libra una revuelta contra Gadafi que de repente preocupa a todos los dirigentes del mundo por las consecuencias que tiene en el precio del petróleo. Dentro del país, en cambio, por lo que se preocupa la población es por sobrevivir a los bombardeos y conseguir mejorar su calidad de vida para que los jóvenes no tengan que huir a Europa. Y a muchos kilómetros de allí, en el exilio, la monarquía libia se preocupa por recuperar un trono del que fueron apartados en 1969.
Como es obvio, hay quinielas en torno al nombre de la persona que ocupará el poder en el caso de que la presión internacional consiga finalmente que el excéntrico Gadafi abandone su poder. Entre los posibles candidatos a convertirse en rey de Libia, dos primos: Muhamad al-Sanusi y Idris al-Sanusi. Al primero de ellos un tribunal británico le ha otorgado la razón en el tema de la sucesión. El segundo, desde su privilegiado exilio a caballo entre Roma y Washington, pugna con su primo para conseguir la corona que, por sorprendente que parezca, puede tener su relación con la provincia leonesa.
Idris al-Sanusi está casado con la aristócrata Ana María Quiñones de León, conocida en Libia como la princesa Ana María al-Sanusi. Según publicaba esta semana la revista Vanitatis, Ana María Quiñones de León desciende de los marqueses de Montevirgen, señores de Riolago de Babia.
Sorprende no sólo su pasado leonés, sino también que a pesar de ser una aristócrata relacionada con la realeza nunca se la ha visto en las portadas de la prensa rosa. Su marido, al parecer, no pertenece a ese tipo de jeques árabes que veranean en Marbella acompañados por su séquito y se dejan ver por las fiestas y por las joyerías de la Costa del Sol. “Se sabe que la pareja estuvo en la boda de Alessandro Ruffo di Calabria con Mafalda de Saboya Aosta, donde ella, cumpliendo con la etiqueta, lució un elegante traje de chaqueta y falda y ocultó su cabellera pelirroja bajo un sombrero que lucía por tocado”, publica Vanitatis.
El palacio de los Quiñones de Riolago, que pronto se convertirá en Casa del Parque de los valles de Babia y Luna, después de varios años de espera desde que lo adquiriera la Junta en 1999, es la única huella que queda en la localidad de esta noble familia.
Una de las pocos fotos que existen de Idris Al-Sanusi y Ana María Quiñones.
David Rubio / León
Medio mundo está mirando estos días hacia Libia, donde se libra una revuelta contra Gadafi que de repente preocupa a todos los dirigentes del mundo por las consecuencias que tiene en el precio del petróleo. Dentro del país, en cambio, por lo que se preocupa la población es por sobrevivir a los bombardeos y conseguir mejorar su calidad de vida para que los jóvenes no tengan que huir a Europa. Y a muchos kilómetros de allí, en el exilio, la monarquía libia se preocupa por recuperar un trono del que fueron apartados en 1969.
Como es obvio, hay quinielas en torno al nombre de la persona que ocupará el poder en el caso de que la presión internacional consiga finalmente que el excéntrico Gadafi abandone su poder. Entre los posibles candidatos a convertirse en rey de Libia, dos primos: Muhamad al-Sanusi y Idris al-Sanusi. Al primero de ellos un tribunal británico le ha otorgado la razón en el tema de la sucesión. El segundo, desde su privilegiado exilio a caballo entre Roma y Washington, pugna con su primo para conseguir la corona que, por sorprendente que parezca, puede tener su relación con la provincia leonesa.
Idris al-Sanusi está casado con la aristócrata Ana María Quiñones de León, conocida en Libia como la princesa Ana María al-Sanusi. Según publicaba esta semana la revista Vanitatis, Ana María Quiñones de León desciende de los marqueses de Montevirgen, señores de Riolago de Babia.
Sorprende no sólo su pasado leonés, sino también que a pesar de ser una aristócrata relacionada con la realeza nunca se la ha visto en las portadas de la prensa rosa. Su marido, al parecer, no pertenece a ese tipo de jeques árabes que veranean en Marbella acompañados por su séquito y se dejan ver por las fiestas y por las joyerías de la Costa del Sol. “Se sabe que la pareja estuvo en la boda de Alessandro Ruffo di Calabria con Mafalda de Saboya Aosta, donde ella, cumpliendo con la etiqueta, lució un elegante traje de chaqueta y falda y ocultó su cabellera pelirroja bajo un sombrero que lucía por tocado”, publica Vanitatis.
El palacio de los Quiñones de Riolago, que pronto se convertirá en Casa del Parque de los valles de Babia y Luna, después de varios años de espera desde que lo adquiriera la Junta en 1999, es la única huella que queda en la localidad de esta noble familia.