-Porque en los pueblos pequeños todo se sabe. ¡Y vale ya de preguntas! Vete a hacer el recado.
Me voy paseando y, cuando llego a la casa, allí están las dos, sentadas en el umbral de la puerta: Manoli haciendo ganchillo y su mamá quietecita a su lado, con los brazos apoyados en el regazo. Tiene unas manos menudas, de piel transparente y venas azuladas. Me dirige una mirada apagada y una tenue sonrisa. Manoli dobla con cuidado la labor, se levanta de la silla y con voz fuerte y cantora me dice:
-Ya te echaba de menos. Esta primavera las manzanas se han adelantado. Pensé que tu madre no te mandaría, pero aquí estás, como siempre. ¿Todo bien por casa? ¿Y tu sobrinito? ¿Y tú mamá?
No me da tiempo a contestar. Como dice mi mamá, en un pueblo pequeño todo se sabe, y ella pregunta por preguntar. Coge mi cesta y añade:
-Lo de siempre, ¿verdad? Siéntate un momento con mi madre, mientras te lo preparo.
Debo de haber puesto cara rara, porque ha soltado una risotada y me ha dicho:
-No te preocupes, que aunque no habla, no es sorda y estar en tu compañía le vendrá bien. Cuéntale tu mañana en la escuela, que para ella será una novedad.
Y se ha ido canturreando y balanceando el cesto. Me he sentado junto a la anciana y he pensado qué le podría contar que le parezca interesante. La he mirado y he visto que estaba esperando, así que me he decidido y he comenzado:
-Esta mañana me he portado bien… Bueno, un poco bien… Cuando he llegado, el maestro nos ha puesto un problema, era facilito y lo he hecho muy pronto. Y estaba dibujando, cuando Toñín, se ha puesto a darme con el codo y a moverme. Toñín es mi amigo y nos sentamos juntos. Me estaba cabreando, porque el dibujo ya lo había borrado dos veces; a la tercera le he metido un empujón y lo he tirado del banco. Se ha hecho daño al caerse y se ha puesto a llorar, y el maestro me ha castigado de cara a la pared, pero al recreo me ha dejado salir, y hemos hecho las paces y hemos jugado juntos, porque seguimos siendo amigos. Y estábamos…
-Además de bueno, sabes contar historias. Mira a mi madre, parece más animada y feliz.
-Señorita Manoli, ¿por qué su mamá no habla?
-Hace mucho tiempo, me regañaba y me daba consejos, supongo que como todas las madres, pero notando el poco caso que le hacía, un día me dijo: “Visto que pasas se mí, desde hoy no te volveré a hablar, pero siempre te apoyaré en lo que te pase.” Y así ha sido: siempre ha estado a mi lado, pero nunca más me ha hablado. Ahora vamos a lo nuestro: aquí tienes las manzanas -te he puesto dos más, para que te las comas por el camino- y tu bolsita con las vueltas. Anda, vete a casa. Pórtate bien, y quiere mucho a tu madre.
* * *
Pasó la primavera y llegó el verano, y con él las vacaciones. Hoy he visto a mi mamá arreglada, le he preguntado a dónde iba y me ha dicho que se va a la iglesia, que se ha muerto la madre de Manoli. Lo siento por la viejecita, pero era muy mayor y seguro que se cansó de vivir, lo mismo que un día se cansó de hablar. Escucho a mi mamá suspirar y decir: “Que será de ella, ya nada le queda”. No sé de quién hablará, porque la anciana se irá al cielo y tendrá la compañía de sus familiares.
* * *
El verano se fue muy deprisa y falta poco para que comience la escuela. Escucho a mis padres discutir; mi madre dice que tiene que ir con ella a la iglesia y no piensa ir sola; mi padre, un poco enfadado, le contesta, que él no piensa poner un pie dentro hasta el día
Me voy paseando y, cuando llego a la casa, allí están las dos, sentadas en el umbral de la puerta: Manoli haciendo ganchillo y su mamá quietecita a su lado, con los brazos apoyados en el regazo. Tiene unas manos menudas, de piel transparente y venas azuladas. Me dirige una mirada apagada y una tenue sonrisa. Manoli dobla con cuidado la labor, se levanta de la silla y con voz fuerte y cantora me dice:
-Ya te echaba de menos. Esta primavera las manzanas se han adelantado. Pensé que tu madre no te mandaría, pero aquí estás, como siempre. ¿Todo bien por casa? ¿Y tu sobrinito? ¿Y tú mamá?
No me da tiempo a contestar. Como dice mi mamá, en un pueblo pequeño todo se sabe, y ella pregunta por preguntar. Coge mi cesta y añade:
-Lo de siempre, ¿verdad? Siéntate un momento con mi madre, mientras te lo preparo.
Debo de haber puesto cara rara, porque ha soltado una risotada y me ha dicho:
-No te preocupes, que aunque no habla, no es sorda y estar en tu compañía le vendrá bien. Cuéntale tu mañana en la escuela, que para ella será una novedad.
Y se ha ido canturreando y balanceando el cesto. Me he sentado junto a la anciana y he pensado qué le podría contar que le parezca interesante. La he mirado y he visto que estaba esperando, así que me he decidido y he comenzado:
-Esta mañana me he portado bien… Bueno, un poco bien… Cuando he llegado, el maestro nos ha puesto un problema, era facilito y lo he hecho muy pronto. Y estaba dibujando, cuando Toñín, se ha puesto a darme con el codo y a moverme. Toñín es mi amigo y nos sentamos juntos. Me estaba cabreando, porque el dibujo ya lo había borrado dos veces; a la tercera le he metido un empujón y lo he tirado del banco. Se ha hecho daño al caerse y se ha puesto a llorar, y el maestro me ha castigado de cara a la pared, pero al recreo me ha dejado salir, y hemos hecho las paces y hemos jugado juntos, porque seguimos siendo amigos. Y estábamos…
-Además de bueno, sabes contar historias. Mira a mi madre, parece más animada y feliz.
-Señorita Manoli, ¿por qué su mamá no habla?
-Hace mucho tiempo, me regañaba y me daba consejos, supongo que como todas las madres, pero notando el poco caso que le hacía, un día me dijo: “Visto que pasas se mí, desde hoy no te volveré a hablar, pero siempre te apoyaré en lo que te pase.” Y así ha sido: siempre ha estado a mi lado, pero nunca más me ha hablado. Ahora vamos a lo nuestro: aquí tienes las manzanas -te he puesto dos más, para que te las comas por el camino- y tu bolsita con las vueltas. Anda, vete a casa. Pórtate bien, y quiere mucho a tu madre.
* * *
Pasó la primavera y llegó el verano, y con él las vacaciones. Hoy he visto a mi mamá arreglada, le he preguntado a dónde iba y me ha dicho que se va a la iglesia, que se ha muerto la madre de Manoli. Lo siento por la viejecita, pero era muy mayor y seguro que se cansó de vivir, lo mismo que un día se cansó de hablar. Escucho a mi mamá suspirar y decir: “Que será de ella, ya nada le queda”. No sé de quién hablará, porque la anciana se irá al cielo y tendrá la compañía de sus familiares.
* * *
El verano se fue muy deprisa y falta poco para que comience la escuela. Escucho a mis padres discutir; mi madre dice que tiene que ir con ella a la iglesia y no piensa ir sola; mi padre, un poco enfadado, le contesta, que él no piensa poner un pie dentro hasta el día