Luz y gas para ti
y FELI, Miguel.
A los buenos días, fermosos.
Como cuesta levantarse cuando el peso va en aumento....................
Como cuesta levantarse cuando el peso va en aumento....................
buenos dias jose angel, jajaja luego del pecado el arrepentimiento....
bueno menos penitencia porque segun carmenchu ya habia acabado la hora poner alguna fotito que os veamos
Las fotos van a ser cosa de Carlos y Miguel, creo. Fueron los reporteros oficiales.
Manjares exquisitos, la compañía estupenda, grata velada y todo sirvió para que salieramos de allí contentos, dichosos y con muchas ganas de volver.
Crónica de una cena anunciada.
Todo empezó con un pulpo de la casa, el cual ya conocemos sobradamente y a Dios gracias. Manjar de dioses una vez más. Después le siguió una sopa con un sabor, que hasta los pocos soperos como yo, nos chupamos los dedos. Aquello iba rebien, che. Lugar privilegiado el mío, desde el cual podía divisar perfectamente la cocina y los platos preparados para salir al ruedo comensal. Comenzó a desfilar primeramente, una vez que la sopa se degustó con sobrado éxito, un bacalao en salsa que vaya como entró entre la gente noble, sobre todo entre las preciosas damas asistentes. Yo iba a entrarle, pero ete aquí que............... asomaba en aquella mesa de la cocina antes aludida, un cordero con unas patatas fritas y una ensalada, que me hicieron ver la vida de otra manera. Dejé el bacalao sin probar, porque mis ideas estaban muy claras. El cordero era pascual, me encomendé al Dios en el que creo y pidiéndole permiso con toda mi mayor modestia, ya que el reloj marcaba las once en punto, le pedí me concediera si a bien tenía, que mi hora fuera canaria para así no pecar. Dentro de mí sonó un rotundo: "permiso concedido". Aquello fue el presagio de una cena que inundó mi paladar con tal placer, que solo con contarlo y expresarlo, soy capaz de tocar mi mayor estado de satisfacción con las manos. Que manera de disfrutar aquel manjar regado con un vino a su altura y acompañado con una ensalada en perfecto alineado y unas patatinas que parecían haber sido fritas por el mismo Blas. Con que ganas me serví por cinco veces, con que felicidad y profundo egoismo me evadí de cualquier conversación para centrarme en mi estado personal, en mi realidad perfecta, en aquella cena de la cual sabía iba a salir maravillado. Una vez saciado más que de sobra mi singular apetito, ya una tarta con un trozo de helado dieron paso a un café con unas finas hierbas que decoraron la perfecta cena.
Pensé que iba a dormir peor pero mi estado de éxtasis sumido en pleno sueño hizo conectar con aquel recuerdo grabado mientras seguía masticando aquel cordero que se derretía, que se fundía en la boca acompañado del suculento vino". Cuando desperté, sentí que la vida me acababa de hacer un buen regalo.
Todo empezó con un pulpo de la casa, el cual ya conocemos sobradamente y a Dios gracias. Manjar de dioses una vez más. Después le siguió una sopa con un sabor, que hasta los pocos soperos como yo, nos chupamos los dedos. Aquello iba rebien, che. Lugar privilegiado el mío, desde el cual podía divisar perfectamente la cocina y los platos preparados para salir al ruedo comensal. Comenzó a desfilar primeramente, una vez que la sopa se degustó con sobrado éxito, un bacalao en salsa que vaya como entró entre la gente noble, sobre todo entre las preciosas damas asistentes. Yo iba a entrarle, pero ete aquí que............... asomaba en aquella mesa de la cocina antes aludida, un cordero con unas patatas fritas y una ensalada, que me hicieron ver la vida de otra manera. Dejé el bacalao sin probar, porque mis ideas estaban muy claras. El cordero era pascual, me encomendé al Dios en el que creo y pidiéndole permiso con toda mi mayor modestia, ya que el reloj marcaba las once en punto, le pedí me concediera si a bien tenía, que mi hora fuera canaria para así no pecar. Dentro de mí sonó un rotundo: "permiso concedido". Aquello fue el presagio de una cena que inundó mi paladar con tal placer, que solo con contarlo y expresarlo, soy capaz de tocar mi mayor estado de satisfacción con las manos. Que manera de disfrutar aquel manjar regado con un vino a su altura y acompañado con una ensalada en perfecto alineado y unas patatinas que parecían haber sido fritas por el mismo Blas. Con que ganas me serví por cinco veces, con que felicidad y profundo egoismo me evadí de cualquier conversación para centrarme en mi estado personal, en mi realidad perfecta, en aquella cena de la cual sabía iba a salir maravillado. Una vez saciado más que de sobra mi singular apetito, ya una tarta con un trozo de helado dieron paso a un café con unas finas hierbas que decoraron la perfecta cena.
Pensé que iba a dormir peor pero mi estado de éxtasis sumido en pleno sueño hizo conectar con aquel recuerdo grabado mientras seguía masticando aquel cordero que se derretía, que se fundía en la boca acompañado del suculento vino". Cuando desperté, sentí que la vida me acababa de hacer un buen regalo.
Un sobresaliente para esta crónica.
Gracias primo.
Gracias primo.
