Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros.
Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee.
Lee y conducirás, no leas y serás conducido.
La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el escribir, preciso.
Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.