Miles de personas acudieron ayer acompañadas por el buen tiempo al Mercado de las Tres Culturas
Los alrededores de la plaza de San Isidoro acogen el mercado medieval. M. MARCOS
J. J. Porras / León
La festividad de San Froilán volvió a rememorar el medioevo en las calles del León antiguo de la ciudad con el Mercado de las Tres Culturas.
El tradicional mercado medieval de San Isidoro y sus calles adyacentes congregó ayer a miles de leoneses entorno a los numerosos puestos que ofrecían las más variopintas mercancías. Todo aderezado con un decorado medieval en el que no faltó la música y vestimenta que recordaban la mejor época del Reino de León.
Entre las estrechas calles del Cid se instalaron los mejores artesanos de los más variados estilos que intentaron con su imaginación y arte encadilar con sus productos a unos clientes apretados por la crisis que acudieron en masa acompañados por la buena climatología.
La buena asistencia que propició el buen tiempo no estuvo acompañada por las mismas compras y como apuntaba uno de los vendedores se “mira mucho y se compra poco”. Aunque la confianza de los mercaderes no decaía ayer en una fiesta, la de San Froilán, que no acaba más que de comenzar y que siempre se salda con las compras, aunque sean escasas, de los más apurados.
El mercado no sería lo mismo sin el tufo a pulpo, chorizo y costilla de los puestos que de San Isidoro hacen su plaza fuerte. Manjares a los que difícilmente se les podía dar la espalda si se pasaba por el lugar. Tras lo cual no eran pocos los que hacían un paréntesis con una infusión, bebida o té en las jaimas árabes estratégicamente ubicadas.
La oferta gastronómica no acaba aquí ya que los puestos de crepes y dulces también ofrecen sus ‘delicatessen’ a los visitantes, a los que se unen los tenderetes de embutidos, quesos y productos menos habituales como el jabalí o los huevos de avestruz, entre otros.
Y todo rodeado de la más variada oferta artística desde la orfebrería de metales preciosos a la de reciclado, a las pinturas, cuero, espadas, tatuajes, juguetes y efectos de decoración.
Tampoco faltaron por las calles del Cid las charangas, que encontraron ayer a un público receptivo y a más de una futura novia que aprovechó el día para hacer su ‘agosto’ en su despedida de soltera, así como una foto de estampa para los afortunados turistas.
Los alrededores de la plaza de San Isidoro acogen el mercado medieval. M. MARCOS
J. J. Porras / León
La festividad de San Froilán volvió a rememorar el medioevo en las calles del León antiguo de la ciudad con el Mercado de las Tres Culturas.
El tradicional mercado medieval de San Isidoro y sus calles adyacentes congregó ayer a miles de leoneses entorno a los numerosos puestos que ofrecían las más variopintas mercancías. Todo aderezado con un decorado medieval en el que no faltó la música y vestimenta que recordaban la mejor época del Reino de León.
Entre las estrechas calles del Cid se instalaron los mejores artesanos de los más variados estilos que intentaron con su imaginación y arte encadilar con sus productos a unos clientes apretados por la crisis que acudieron en masa acompañados por la buena climatología.
La buena asistencia que propició el buen tiempo no estuvo acompañada por las mismas compras y como apuntaba uno de los vendedores se “mira mucho y se compra poco”. Aunque la confianza de los mercaderes no decaía ayer en una fiesta, la de San Froilán, que no acaba más que de comenzar y que siempre se salda con las compras, aunque sean escasas, de los más apurados.
El mercado no sería lo mismo sin el tufo a pulpo, chorizo y costilla de los puestos que de San Isidoro hacen su plaza fuerte. Manjares a los que difícilmente se les podía dar la espalda si se pasaba por el lugar. Tras lo cual no eran pocos los que hacían un paréntesis con una infusión, bebida o té en las jaimas árabes estratégicamente ubicadas.
La oferta gastronómica no acaba aquí ya que los puestos de crepes y dulces también ofrecen sus ‘delicatessen’ a los visitantes, a los que se unen los tenderetes de embutidos, quesos y productos menos habituales como el jabalí o los huevos de avestruz, entre otros.
Y todo rodeado de la más variada oferta artística desde la orfebrería de metales preciosos a la de reciclado, a las pinturas, cuero, espadas, tatuajes, juguetes y efectos de decoración.
Tampoco faltaron por las calles del Cid las charangas, que encontraron ayer a un público receptivo y a más de una futura novia que aprovechó el día para hacer su ‘agosto’ en su despedida de soltera, así como una foto de estampa para los afortunados turistas.