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CANALES: Vuelven a las conversaciones historias como las del...

Vuelven a las conversaciones historias como las del estraperlo y las cartillas de racionamiento, ¿es para tanto?

Hasta los puntos establecidos debían acercarse los leoneses para que les sirvieran los productos básicos, el más imprescindible era el pan.
Fulgencio Fernández / León
El desván de Pepe Muñiz lo forman sus recuerdos, que son muchos aunque él no recuerda la edad que tiene, y la cantidad de objetos que va acumulando cada día en sus visitas a los anticuarios, los rastrillos, escudriñando en las revistas, buscando...
Hablas con él, surge una conversación y recuerda que en algún rincón de su casa guarda cosas. En estas fechas en las que las televisiones, los informativos y los periódicos nos bombardean con los peores de los augurios, siempre hay alguien que pronostica: “Volveremos al estraperlo” o “ya me veo con las cartillas de racionamiento”
¿Es para tanto?, ¿sabe realmente quien lo dice lo que fueron o lo que significaron? Es evidente que los tiempos no son comparables y por mucho que nos bombardeen con reportajes de gentes que buscan en los cubos de la basura eso no era el estraperlo. Pepe tira de recuerdos familiares y teoriza: “Entre 1939 y 1956, aproximadamente, la represión política en España era realmente dura, lo que llevó a mucha gente al exilio, al aislamiento y, fruto de ello, a muchas privaciones para el pueblo llano. Los productos de primera necesidad eran escasos y muy caros. El Gobierno decidió controlar la distribución de las mercancías, asignando a cada persona cierta cantidad de productos básicos: azúcar, arroz, aceite, pan judías que había que coger con la ‘Cartilla de racionamiento’, que fue establecida en 1939 y retirada en 1952”.
Ante estas situaciones los pueblos siempre se han defendido. Cuando a un padre de familia o a una madre solitaria le faltan alimentos para sus hijos jamás se queda quieto, por más que las Delegaciones de Abastos, que había en todas las capitales de provincias, se esforzaran en el control. Recuerdo no hace mucho tiempo, en una conversación con un leonés centenario, el único condenado en los sucesos de Arriola, que me confesaba haberse dedicado al estraperlo. “Camiones de alimentos manejaba yo”.
También me atrevería a traer hasta aquí un recuerdo infantil. Mi abuela estaba hablando del tendero del pueblo, Ismael,“que había sido estraperlista”. Cuando le pregunté qué hacía un estraperlista fue muy clara. “Los demás no lo sé, éste quitar más hambre que nadie en todo el Ayuntamiento”.

La ración diaria
Las cartillas de racionamiento preveían la ración diaria de cada adulto: “400 gramos de pan, 250 gramos de patatas, 100 gramos de legumbres secas, 5 decilitros de aceite, 10 gramos de café (o similares), 30 gramos de azúcar, 125 gramos de carne, 25 gramos de tocino, 75 gramos de bacalao y 200 gramos de pescado”. Pero, recuerda el bueno de Pepe, “éstas eran las previsiones, optimistas y de cara a la galería, que casi nunca llegaban a cumplirse. Y así iba creciendo el hambre, la necesidad y las visitas al estraperlista. En los circuitos oficiales eran numerosas las ocasiones en las que faltaban casi todos los productos básicos, el aceite, el pan, el azúcar, y las familias llegaban a pasar cuatro meses sin recibirlos, entonces era cuando se empleaban los sucedáneos, como el sebo, las algarrobas y las pieles de patatas como complemento del pan. O el azúcar negro, que repugnaba al paladar mucho más que endulzar”.
En estas situaciones se arreglaban mucho mejor las gentes del medio rural, que tenían acceso a productos que ellos sembraban, como las patatas o las lentejas. Los molinos permitían hacer el pan, aunque no siempre pudiera ser pan blanco. “Los molinos eran lo más controlado, pero mucha gente se arriesgaba, escondían las caballerías cargadas en las orillas de los ríos y, por supuesto, los molinos trabajaban toda la noche, mucho tiempo sin ninguna luz”.

Pan blanco, a 25 pesetas
Era inevitable que surgiera el estraperlo y surgió, con tanta fuerza que a esta etapa de nuestra historia muchos la llaman “la España del estraperlo”. El problema eran los aprovechados, gentes sin escrúpulos, no todos eran bondadosos amigos de los más desfavorecidos. “El pan blanco llegó a alcanzar precios muy elevados, hasta 25 pesetas, cuando el jornal diario de un trabajador andaba por las siete pesetas”.
- ¿Cómo movían los productos del estraperlo?
- Curiosamente el medio más utilizado era, sin embargo, el más controlado: los trenes. La Guardia Civil vigilaba las estaciones y confiscaba todo lo que llegaba, pero ya se sabe que quien burla la ley sabe cómo hacerlo. De hecho, algunos estraperlistas se hicieron millonarios. Cuando llegaban a esta situación tenían otra ventaja añadida, ya movían la suficiente cantidad de dinero para “poder hacer tratos con la Guardia Civil, con los comisarios de abastos... Tampoco hay que olvidar que algunas mujeres se vieron obligadas a hacerles ciertos favores, los que la gente imagina, para hacerse con comida para la familia”.
Una escena muy repetida era la de lanzar los sacos con los productos del estraperlo por la ventana en cuanto tenían el aviso de que estaba la Guardia Civil en la estación, ya irían a recogerlo. “También era muy común, sobre todo en invierno que se viste con mucha ropa, tener dobles fondos en las gabardinas y abrigos y meter bolsas donde esconder el azúcar o las legumbres”.
Otra estampa que llamaba la atención era la facilidad con la que los estraperlistas corrían por encima de los trenes, similar a lo que en la ficción ocurre en las películas de acción. “Algunos cayeron, pero no muchos”.
Es cierto que no faltaron accidentes, algunos muy recordados por su gravedad o espectacularidad. “Hubo un caso muy famoso en el túnel de la Perruca. Un hombre iba asomado a la ventana y vio cómo corría sangre por el exterior del vagón, avisó y se comprobó que iba un estraperlista muerto en la parte superior. También en el trayecto entre Asturias y León ocurrió otro accidente espectacular cuando una mujer iba lanzando bultos por la ventana ante el aviso de que estaba la Guardia Civil en la estación, no se dio cuenta de que se acercaba un puente y le seccionó la cabeza”.
En una cosa los tiempos no han cambiado mucho, o nada. “Si tenías dinero conseguías lo que querías, en las tiendas o en el estraperlo; si no lo tenías...”.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Espero que no haya que volver estas situaciones, pero la cosa pinta mal.