Usamos esa frase cuando queremos explicar que alguien debe dedicarse a opinar estrictamente sobre la cosas que son de su incumbencia. Nuestros padres podrán saber mucho sobre cosas relacionadas a su profesión, pero si se largan a opinar sobre “Pokémon”, podemos cruzarles esa frase. Cuentan que fue pronunciada hace mil por Apeles, el pintor griego más célebre de la Antigüedad. Él había expuesto el retrato de una persona importante de su ciudad y un zapatero que pasaba por el lugar, se detuvo a observar la obra y criticó la forma de una de las sandalias del personaje. Apeles le hizo caso y modificó la obra. Entusiasmado, el zapatero se sintió autorizado para extender sus críticas a otros aspectos del retrato, lo que motivó que Apeles le parara el carro con un: “Zapatero, a tus zapatos.”