Cuando se quiere decir que, por ejemplo, pase lo que pase, la prueba la van a tomar igual, que no hay alternativa, se suele usar esta frase, como para expresar que no hay nada que nos salve. Su origen no tiene nada que ver con la tía de nadie, sino que está relacionada con el nombre que tenía una crema que se usaba en la antigüedad para curar distintas enfermedades de la vista. Esa crema, o ungüento, era llamada -según la región de que se tratara y del elemento del que derivaba- tutía, atutia o atutía. Fue tal su prestigio que el lenguaje popular la adoptó para dar a entender que algo, por su dificultad es imposible de resolver, como diciendo que ni siquiera usando el famoso “tutía” se puede salvar la cosa.