A falta de perdón, deja venir el olvido.
Perdona siempre a los demás, nunca a ti mismo.
Conceder el perdón es el más alto grado de vanidad o de miedo.
Nada envalentona tanto al pecador como el perdón.
Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo.
Una madre perdona siempre: ha venido al mundo para esto.