CANALES: Que bonito

PERDIDO EN LA PLAYA DE SAN LORENZO.

Eran tiempos en los que el protagonista de esta historia tenía 5 años. El guaje tenía un buen brote de psoriasis por todo su cuerpo y la mi Delmina lo llevó al dermatólogo a León. Solución como tal al problema, no le dieron, pero si le aconsejaron que en el verano que iba a entrar, llevara al crio a un puerto de mar. Con el salitre, yodo y brisa de la playa mejoraría su piel considerablemente y así resultó ser.

Estando así las cosas, y teniendo la gran suerte de coincidir con la Señora Herminia Q. E. D. (madre de Neli y suegra de Carlos Luis y de la que guardo un gran recuerdo por lo cariñosa que fue con todos nosotros), no dudaron los padres de la criatura en concertar con ella el alquiler de unas habitaciones en su casa del mismo Gijón, y de baños que se fueron, por prescripción facultativa.

Lo del viaje fue terriblemente pesado, por aquel puerto de Pajares, el otro del Padrún, en fín...... cinco horas y otros tantos mareos con sus respectivas vomitonas.

Nada más ver el mar, el guaje, con ojos como platos exclamó: ¡"ostras pedrín, vaya charcada"! y la verdad es que el primer día de playa, que por cierto fue un domingo y con un día estupendamente soleado, prometía.

La playa a tope de gente, se metió al agua con el resto de la familia, pero aquel baño no tenía fin. Aquello era una auténtica gozada. En su pueblo el río no llevaba olas y la novedad había que disfrutarla. Le dijo su padre: "yo salgo ya del agua, cuando tú te canses, escalerilla 12, mira bien", le advirtió, "y fíjate en el color de la sombrilla". El guaje sin saber si oyó o no, siguió en el agua y aquello era un contínuo disfrute entre saltos y revolcones en las olas. Llegó un momento en el que perdió la noción de todo, incluido el número de la escalerilla y no sé que color de una sombrilla. Bueno, como todo tiene su fín, salió del agua dando por concluido el baño matinal, y con tal gentío y consciente de que allí no conocía a nadie, no pudo por más que rendirse ante la evidencia y echarse a llorar, porque otra solución no le encontraba al tema. Una simpática mujer asturiana que acertó a pasar en aquel momento, se apiadó del pobre “fíu”. Lo primero que hizo fue intentar tranquilizarle con un: "tranquilu nenu, nun pasa na, o". Le compró una oblea y lo llevó a la emisora de la playa para que por megafonía lo anunciaran. El guaje llegó allí, medio asustado pero saboreando aquella novedad y le preguntó el locutor: A ver niño dime como te llamas y de donde eres. El protagonista de esta historieta, que no se había visto en otra más gorda en su vida, con voz tenue, asustadiza y mirada baja le contestó: "Me llamo josé ángel y soy de canales", mientras siguió atendiendo la oblea. El locutor, que aunque el guaje hablaba bajo, creyó entender perfectamente, se puso a la megafonía: "Atención por favor, atención: el niño jose antonio de Canarias, repito el niño josé antonio de Canarias se encuentra perdido en nuestras dependencias, rogamos a sus padres pasen a recogerlo por objetos perdidos, perdón, por este mismo servicio". Y allí nadie se presentaba a por el de la oblea.
De aquel tal José Antonio de Canarias no se hacía cargo nadie, hasta que de pura timidez y quizás porque no lo veía como nada claro, el pobre se hizo aguas sin darse cuenta. Limpiaron aquel banco de madera como pudieron y de nuevo el señor locutor, para intentar ya de una vez quitárselo de en medio, volvió a la carga con el subsodicho; mientras le volvía a preguntar el nombre y lugar de nacimiento, a tal tiempo asoma por la puerta la mi Delmina, el ser al que en aquel mismo momento, más deseaba ver. Al hacer acto de presencia en aquellas instalaciones, abrazándose de un salto el guaje a ella, murmuró un “Ahí va la madre que me parió”. El niño perdido había sido recuperado y aquel mal trago había tocado su fín. Que episodio aquel......... con jose antonio el de canarias, en plena Playa de San Lorenzo, junto a la Escalerona.

Que bonito