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Noticia Curiosa: Crónica de León:
GENTES DE LEÓN / Claudio López
‘Madreñinas’ murió sin ir al médico
El más popular de los vecinos de Gradefes apareció muerto en una cuneta con 93 años de edad
F. Fernández / Gradefes
El perro ladraba desesperado en la vieja y apartada casa de La Baraciella, en las afueras delpueblo. Los gatos iban de un lado a otro. Las gallinas no sabían dónde acudir para comer y los vecinos de Gradefes comenzaron a reparar en que ya hacía un par de días que no aparecía por las calles y los bares el popular Madreñinas. “A ninguna parte no fue porque él no marcha para ningún lado”.
Ya extrañaba su ausencia. Las noches estaban huérfanas, las conversaciones también, los debates sobre la guerra más. Y se pusieron a buscar a Claudio López, que era el nombre de Madreñinas. Tristemente lo encontraron, emboscado en una sebe cercana a su casa. “Murió con 93 años y sin haber ido nunca al médico”.
No era el médico santo de su devoción, él se arreglaba con hierbas y emplastos, jamás lo vieron enfermo. Los más cercanos a él recuerdan que hace muchos años, tal vez cuarenta, estaba trabajando para las monjas cuando le cayó encima una gran viga. No le pilló ‘de plano’, lo habría matado, pero sí le hizo en la cara algunas heridas de consideración. Apareció entonces el médico del pueblo, el recordado don Jenaro, que lo quiso llevar hasta su consulta. Echó a correr y no hubo quien le echara mano. A los ocho días el médico pasó por su casa, temió que aquellas heridas mal curadas le provocaran alguna infección grave y lo encontró prácticamente recuperado, con aquello cicatrizado.
- Pero, ¿cómo te ha curado tan pronto y tan bien?
- Le puse las heridas al perro para que las lamiera, que es como se curan ellos.
La discusión con ‘el galeno’ sobre el método utilizado y la posibilidad de que sí es cierto que así cicatriza pero corre el riesgo de sufrir terribles infecciones se convirtió en una más de las numerosas discusiones que tenían don Genaro y Madreñinas.
El anecdotario de Claudio es interminable, como interminables eran sus días, que siempre desembocaban en noches eternas, en las que no hacía falta privarse de nada porque estuviera el carismático vecino pues él “tenía la misma sed que cualquiera” y para lo otro “las mismas necesidades que todos”. Y en ambas situaciones acudía a ‘las fuentes’ donde se mata esa sed. Pero fue muy curioso como dejó de beber alcohol. “Un día dijo que había sentido como un ramascazo enel corazón, le pareció un aviso y desde aquel día bebió cerveza sin alcohol, pero siguió igual de bromista que siempre, riéndose hasta de su sombra y su destino.
En sus eternas conversaciones se notaba que la guerra civil fue lo que más le marcó. Con 17 años aquella contienda le arrancó de Gradefes y le tuvo seis años por el mundo. Estuvo primero tres, regresó y le llamaron otros tres más. No fue plato de buen gusto recorrer media España así, por eso cuando lo recordaba tenía una expresión muy suya. “Cuando había tiros... corría yo delante de las liebres”.
Tenía salida para todo este paisano de ley que murió sin tomar una aspirina, que vivió de lo suyo y a lo suyo, con unas pocas vacas, vendiendo lo que sembraba en su huerto, con unas gallinas y con su libertad y su ingenio, ése que recordaba Trapi que le salió cuando le preguntaron los motivos por los que no se mudaba a la casa del pueblo: “Porque oléis mal”.
Madreñinas. ¡Qué tipo! Ni un duro le costó a la seguridad social. 6
GENTES DE LEÓN / Claudio López
‘Madreñinas’ murió sin ir al médico
El más popular de los vecinos de Gradefes apareció muerto en una cuneta con 93 años de edad
F. Fernández / Gradefes
El perro ladraba desesperado en la vieja y apartada casa de La Baraciella, en las afueras delpueblo. Los gatos iban de un lado a otro. Las gallinas no sabían dónde acudir para comer y los vecinos de Gradefes comenzaron a reparar en que ya hacía un par de días que no aparecía por las calles y los bares el popular Madreñinas. “A ninguna parte no fue porque él no marcha para ningún lado”.
Ya extrañaba su ausencia. Las noches estaban huérfanas, las conversaciones también, los debates sobre la guerra más. Y se pusieron a buscar a Claudio López, que era el nombre de Madreñinas. Tristemente lo encontraron, emboscado en una sebe cercana a su casa. “Murió con 93 años y sin haber ido nunca al médico”.
No era el médico santo de su devoción, él se arreglaba con hierbas y emplastos, jamás lo vieron enfermo. Los más cercanos a él recuerdan que hace muchos años, tal vez cuarenta, estaba trabajando para las monjas cuando le cayó encima una gran viga. No le pilló ‘de plano’, lo habría matado, pero sí le hizo en la cara algunas heridas de consideración. Apareció entonces el médico del pueblo, el recordado don Jenaro, que lo quiso llevar hasta su consulta. Echó a correr y no hubo quien le echara mano. A los ocho días el médico pasó por su casa, temió que aquellas heridas mal curadas le provocaran alguna infección grave y lo encontró prácticamente recuperado, con aquello cicatrizado.
- Pero, ¿cómo te ha curado tan pronto y tan bien?
- Le puse las heridas al perro para que las lamiera, que es como se curan ellos.
La discusión con ‘el galeno’ sobre el método utilizado y la posibilidad de que sí es cierto que así cicatriza pero corre el riesgo de sufrir terribles infecciones se convirtió en una más de las numerosas discusiones que tenían don Genaro y Madreñinas.
El anecdotario de Claudio es interminable, como interminables eran sus días, que siempre desembocaban en noches eternas, en las que no hacía falta privarse de nada porque estuviera el carismático vecino pues él “tenía la misma sed que cualquiera” y para lo otro “las mismas necesidades que todos”. Y en ambas situaciones acudía a ‘las fuentes’ donde se mata esa sed. Pero fue muy curioso como dejó de beber alcohol. “Un día dijo que había sentido como un ramascazo enel corazón, le pareció un aviso y desde aquel día bebió cerveza sin alcohol, pero siguió igual de bromista que siempre, riéndose hasta de su sombra y su destino.
En sus eternas conversaciones se notaba que la guerra civil fue lo que más le marcó. Con 17 años aquella contienda le arrancó de Gradefes y le tuvo seis años por el mundo. Estuvo primero tres, regresó y le llamaron otros tres más. No fue plato de buen gusto recorrer media España así, por eso cuando lo recordaba tenía una expresión muy suya. “Cuando había tiros... corría yo delante de las liebres”.
Tenía salida para todo este paisano de ley que murió sin tomar una aspirina, que vivió de lo suyo y a lo suyo, con unas pocas vacas, vendiendo lo que sembraba en su huerto, con unas gallinas y con su libertad y su ingenio, ése que recordaba Trapi que le salió cuando le preguntaron los motivos por los que no se mudaba a la casa del pueblo: “Porque oléis mal”.
Madreñinas. ¡Qué tipo! Ni un duro le costó a la seguridad social. 6
