En Crónica de León, la última página,"Imágenes y Palabras" dice asi: (aunque la foto la cambiamos por una del pueblo.)
"El invierno no es solamente un parte de pueblos cerrados"
Mauricio
Peña
Fulgencio
Fernández
El invierno y la nieve no pueden ser solamente una sucesión de pueblos cerrados, puertos con cadenas, escuelas sin alumnos... Son mil historias más que llenan el baúl de los recuerdos de las gentes que siempre han convivido con ellos.
Son la memoria de la belleza de aquel niño al que la abuela arranca de entre las sábanas y lo coloca en la trébede, al calor de la cocina de leña, para que vea la inmensidad de un mundo blanco cuando amanece el día, un manto virgen, sin mancha. Para que compruebe cómo un petirrojo le muestra su pecho de sangre tras el cristal de la ventana pidiendo unos granos de trigo.
Es la memoria de la solidaridad de aquel niño que en las mañanas de nevada tenía una obligación anterior a ir a la escuela, pasar a ver al anciano que le había asignado el maestro para saber si necesitaba leña o carbón, si quería que le fuese por el pan o se acercara al bar por un cuarterón de tabaco. Es la memoria de las campanas sonando para que los vecinos abran los caminos y pueda salir un enfermo o entrar un médico.
Es la memoria de aquella casa, la última del pueblo, en la que se colocaba la luminaria, aquel gran velón siempre encendido que era como un faro para los caminantes.
Es la memoria de las palabras. Chupitel, y con él bisbera, copo, falampo, arrebol, cellisca, bocalobo, friura, entrebarda, esvolar, torva o trave.
"El invierno no es solamente un parte de pueblos cerrados"
Mauricio
Peña
Fulgencio
Fernández
El invierno y la nieve no pueden ser solamente una sucesión de pueblos cerrados, puertos con cadenas, escuelas sin alumnos... Son mil historias más que llenan el baúl de los recuerdos de las gentes que siempre han convivido con ellos.
Son la memoria de la belleza de aquel niño al que la abuela arranca de entre las sábanas y lo coloca en la trébede, al calor de la cocina de leña, para que vea la inmensidad de un mundo blanco cuando amanece el día, un manto virgen, sin mancha. Para que compruebe cómo un petirrojo le muestra su pecho de sangre tras el cristal de la ventana pidiendo unos granos de trigo.
Es la memoria de la solidaridad de aquel niño que en las mañanas de nevada tenía una obligación anterior a ir a la escuela, pasar a ver al anciano que le había asignado el maestro para saber si necesitaba leña o carbón, si quería que le fuese por el pan o se acercara al bar por un cuarterón de tabaco. Es la memoria de las campanas sonando para que los vecinos abran los caminos y pueda salir un enfermo o entrar un médico.
Es la memoria de aquella casa, la última del pueblo, en la que se colocaba la luminaria, aquel gran velón siempre encendido que era como un faro para los caminantes.
Es la memoria de las palabras. Chupitel, y con él bisbera, copo, falampo, arrebol, cellisca, bocalobo, friura, entrebarda, esvolar, torva o trave.
Pilarina, te echamos de menos... este artículo de Fulgencio F., escritor leones, que trata de recuperar todas las tradiciones, e historias, y como sé que te gusta, te lo dedicamosa tí....
Entra alguna vez, ¡por fa! sabes que eres un punto importante y te necesitamos.
Un abrazo para Diego y David, en especial para tí.
Entra alguna vez, ¡por fa! sabes que eres un punto importante y te necesitamos.
Un abrazo para Diego y David, en especial para tí.