Una buena acción es una lección insolente para los que no tienen el valor de ejecutarla.
Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil.
Somos lo que hacemos, no lo que pensamos ni lo que sentimos.
Así como el hierro se oxida por falta de uso, también la inactividad destruye el intelecto.