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Publicado en Diario de león.

VERLAS VENIR

Los codiciosos se rebrincan

ernesto escapa 04/07/2013

Son sucesos de la última semana, pero como en cuatro de las nueve provincias ha sido festiva, puede parecer incluso menos verosímil. Les aseguro que ocurrió. Primero nos dieron el espectáculo del espante los consejeros de Caja España Duero, que culminó con su deserción Isaías García Monje. Aunque la memoria es olvidadiza con los políticos, este tiene un recorrido notable. Quince años ininterrumpidos en coche oficial, antes de ser estacionado en la vicepresidencia de la entidad de ahorro: delegado y consejero de Agricultura y Ganadería de la Junta, fue el delegado del gobierno de Aznar. Recuerdo, porque resultó muy bochornoso, que siendo el hombre del gobernante Aznar en Castilla y León, firmó un libro sobre su pueblo, que era una colección, agavillada por otro, de perfiles y documentos ajenos: Villalón de Campos, una aproximación histórica. Se lo editó la diputación, por supuesto. El intermedio entre la gobernación y la Caja, lo pasó en un gabinete de la Junta, con pocos apuros. Hace cinco años, sustituyó en la vicepresidencia de Caja Duero al alcalde de Valladolid, que ya había agotado sus prórrogas, y aprovechó las ventajas. En 2012 recibió tres millones de pesetas en dietas.

Ahora, como vicepresidente primero de Caja España Duero, le correspondía convocar el consejo que aprobara la conversión de las difuntas entidades de ahorro en Fundación. Ya no hay negocio ni los consejeros cobran dietas por un rato de tertulia, aunque siguen sin pagar intereses por sus copiosos y orondos créditos. Las cláusulas suelo y la trampa de las preferentes para los incautos. Hechas todas las fechorías de una gestión posiblemente perseguible por la justicia, se llaman andana. Cuando se trata de salvaguardar el patrimonio esencial de las Cajas, una vez arruinada su función bancaria, se van apeando en marcha y a toda prisa. Me refiero al legado centenario constituido por la capacidad de ahorro y por las donaciones de unos tipos altruistas que en la escala de valores ocupan el lugar opuesto al de estos pájaros en desbandada. Hay ejemplos sangrantes, como el de Juan Antonio Gaya Nuño, que donó su biblioteca y una excepcional colección de arte que incluye obras de Picasso, sin recibir ni el más simple gesto de gratitud en su centenario. Que se va cumpliendo precisamente este año.

La fundación de las Cajas se va a constituir, tras al abandono de los codiciosos cuando dejaron de cobrar, coincidiendo también con el despido de una parte importante de su personal. Dados los precedentes, que salpican todo lo que ha tenido que ver con su gestión bancaria, no cabe esperar ahora que el trato al patrimonio de las entidades haya sido más cuidadoso. En Segovia, sin ir más lejos, descubrieron con la espantada que tenían empeñado el palacio renacentista de los Lozoya. Lo habían puesto en prenda para una de sus alocadas operaciones inmobiliarias. Por eso es tan importante, en este momento de desalojo y traspasos, vigilar muy de cerca cada pieza y todos los elementos integrantes del patrimonio centenario de las entidades fulminadas. La sociedad confió esa tarea de control a las instituciones, partidos, sindicatos y demás organismos representativos. De las universidades, a los ayuntamientos o las Cortes. El resultado de esa encomienda salta a la vista. Pillaron mientras hubo y hasta luego.