Como este lugar de encuentro está muy tranquilo porque sus incondicionales están desperezándose de estas jornadas de fiesta, están todavía con ese resacón que dificulta el colocar las ideas, recuerdos que poco a poco, no dudo, van a ir desgranando para acompañar a las fotos que se irán colgando, me permito el compartir con vosotros la vivencias de esta gran fiesta. Lo haré por episodios, porque no os quiero privar de ninguna escena. Todas han quedado grabadas en mi disco duro particular y como una moviola, las vuelvo a pasar para disfrutarlas de nuevo.
ES-PEC-TA-CU-LAR! Así me ha parecido la V Fiesta del Calecho. Este año dedicado al centenario del Molino de Quico.
Me he encontrado flotando en una nube, en un entorno paradisíaco como es el molino, y no puedo por menos de dedicar una crónica de esta celebración, porque escribir sobre ella, es nuevamente disfrutarla…y porque echamos de menos a algunos incondicionales que sé que hubieran elegido estar con nosotros pero las circunstancias de la vida, dictaron otro destino. En consecuencia, tomo la libertad de ser los ojos de muchos de los que no pudieron estar, como Antonio Soneira y familia, de Alemania. Lola de Alicante, Alfredo Franganillo y familia, Ofelia y familia, Yoly, Almudena, … y todos aquellos calecheros virtuales, que son fieles seguidores día a día del Calecho: Paz de Brasil, Victoria Serna, Luis Miguel Oristela, Noemí, el ahijado del Presi… en fin, todo aquel que se considere parte integrante de este nuestro Calecho.
Preparar la merienda: empanada de morcilla, otra de queso de cabra y manzana, y lengua curada y lacón con cachelos, a la gallega, me ocupó la primera parte de la mañana del sábado 10 de agosto, día de la fiesta del Molino. Sin olvidar la cerveza que dejaríamos enfriar en el interior de la presa… el frescor más agradable para cualquier bebida estival, cargamos el coche de Juan que quedó en aportar el vehículo para llevar las viandas y evitar un auto más en una zona privilegiada.
Mi duda: “Juan… no llevo postre. Ah, yo tampoco! Yo llevo unas empanadillas y para de contar… picaremos de los demás, tranquila!”
Mi santo y yo cogimos las bicis pasando por La Romería y el despejado “camino de los molinos” y llegamos al lugar de encuentro y a la hora indicada en el programa.
Primera sorpresa: La mayoría de la gente ya estaba en la isleta del molino. Las mesas y los bancos, estaban perfectamente alineados, unos ya a la sombra… otros al sol… Juan, consulta el reloj, indica el movimiento de traslación del Planeta Tierra y señala: para las 14,30 h. la sombra ya estará en esta mesa (que ahora estaba a pleno sol y en consecuencia, vacía): ¡a por ella!. Desplegamos el mantel y colocamos los platos para formalizar la reserva. Las viandas debajo de la mesa, a la sombra, en espera.
Un espacio de tiempo perfecto para saludar a los integrantes del foro: Rosa Vidal y su marido. El incondicional Emilio que repitió viaje en solitario a sabiendas de lo bien acompañado que estaría estos días. La familia Lolin, Carlos+Mari, las alemanas Pili y su hija, Tuti y Modesto, con el nuevo miembro de la familia, Esla, preciosa e inquieta. Toño Cata y Pili, que esta vez eligieron presenciar este calecho en vivo y en directo. Naye y su familia… Ana y Alvaro… Carmina (esta vez como Presi…) Miguel Ruco… siempre Miguel, el que está… y está… y todo lo da. Pilarina emocionada por el detalle que Quiquín había tenido de reservar el sitio de su Toño, en aquella piedra gigante que hacía de mesa, debajo de aquel chopo, el lugar preferido de Toño. Reservado con la seguridad de que Él también estaba presente en esta fiesta…
Pana, Toño barbero y Aurora, Pili la de Gilio … Julianín que esta última temporada lo hemos tenido de protagonista…
Liliana… que estaba eufórica, como ya es habitual en ella. Fermi y su Antonio a la que encontré feliz y satisfecha de haberse levantado a las siete de la mañana para poder hacer la merienda (una de las ventajas de contar con vivienda propia).
Y tantos otros que irán apareciendo en esta crónica y otros muchos que estando, no los nombraré por desconocimiento de sus nombres. Aquello ya estaba a rebosar. AH! no quiero olvidar a Alegutal, que como un incondicional más estuvo grabando la celebración junto a un hijo (? ¿) que presumía a través de una camiseta, que representaba a Garaño. Un detalle de hermanamiento, digno de destacar.
Los de la organización tenían preparada una esquina del recinto con la megafonía (cortesía de nuestro músico oriundo Rober).
Se bailaron unas joticas con música de dulzaina para calentar motores y que sirviera de ensayo previo a la tarde. Ahí José Angel y Loren son los profesionales que dominan el baile y la música tradicional (bueno, lo dominan todo, para qué nos vamos a engañar!). Loren la veo con infinita paciencia para ensayar a los pequeños del pueblo que formaron parte del grupo jotas.
No tengo palabras para definir a Yardina y Marcos, que hacen una estupenda pareja. Mis mejores felicitaciones por la capacidad de diseño de Yardina, a parte de la total disponibilidad de la pareja. No pude por menos de presentarme a ella y rendirme a su buen hacer y acierto. Los programas no pueden estar mejor diseñados. Si es que cada año, desde que ella colabora, están mejor!. Vaya bicoca tiene la asociación con esta gran diseñadora. Reitero mis felicitaciones, no me canso…
La asociación tuvo el detalle de recordarnos el porqué estábamos allí y aprovechó para agradecer a Quico el dejarnos disfrutar por unos días de ese paraíso natural. Le hizo entrega de una placa de la Asociación del Calecho, que personalmente me gustó mucho: No sé si se aprecia en la foto que ya está colgada, pero es un placa en la que el texto y unos dibujos relativos al molino, están troquelados en una chapa de forja y que deja un espacio libre para permitir una iluminación por la noche que destaque el mensaje y los remitentes del mismo.
Se leyó la historia resumida del molino y nuestra Presi (Carmina Teso) hizo un alegato muy acertado para situarnos en los tiempos en que el molino no sólo se dedicó a la molienda, sino también proporcionó la luz tan necesaria e importante en aquellos tiempos en que si con la luz del día todo era color sepia, ya os supondréis el color predominante de la noche si fallaba la luz de Quico… ¡Qué bien aprovechada la energía de nuestro agua!... Me cuesta imaginar la vida sin la luz eléctrica que tímidamente se dejaba ver en la época de nuestros abuelos…., como mi madre me cuenta, se valían de los aguzos para alumbrar esas veladas de calechos, cuando la luz de Quico todavía no existía.
Igualmente la Asociación tuvo el detalle de recordar a los ausentes, a los que yo aprovecho para contar con detalle el minuto a minuto de nuestro V Encuentro; y también tuvo la cortesía de dar la bienvenida a los calecheros más internacionales que se acercaron por tierra, mar y aire a nuestra fiesta. Detalles como estos desplazamientos y los otros (más de interior) me hacen sentir orgullosa de este gran invento que es el Calecho de Canales.
Antes de contaros el desarrollo de la comida, he buscado entre mis papeles, el viaje introspectivo que realicé al molino de mi niñez y que os presenté en 2009. Hoy vuelvo a caminar hacia el molino… (porque estamos de cumpleaños, ya sabéis…)
“Más allá de la casa de Conchita está el molino de Quico. Juan se ha quedado corto cuando habla de él, con lo que allí disfrutó con Herminín y Vitorinín!.
Alguna vez fui pegadita a mis hermanos, sino no podría ser de otro modo ya que ellos siempre se las arreglaban para darme el esquinazo. (Tener hermanos para esto…!)
Allí se producía un viaje hacia la imaginación más desbordante. Era un lugar mágico donde nos transformábamos y nos podíamos convertir en Indiana Jones o Piratas en el Caribe. El tiempo se detenía…
Por un puente colgante te introducías en aquella isla, bordeada de vegetación, y comenzaba la transformación. Si seguías de frente, llegabas a la playa del rio Luna. Agua fresquita, río intrépido, imponía. Al fondo las casas de La Magdalena y el puente. Si elegías la nave de la izquierda, tenías a tu disposición unos vagones… una maquinaria… te asomabas al norte y te encontrabas una inmensa piscina natural donde saltaba alguna pintona…
Palomas, gallinas que se espantaban ante las carreras de los que jugábamos al escondite, conejos que campaban a su aire… El perro, al otro lado de la presa, atado con una cadena lo suficientemente larga como para no ignorarlo. Estábamos convencidos de que Vitorinín vivía en un paraíso que para nosotros hubiéramos querido.”
Seguidamente, os contaré el desarrollo de la comida…
Lo que queda en el recuerdo… Mariajesús Morla
ES-PEC-TA-CU-LAR! Así me ha parecido la V Fiesta del Calecho. Este año dedicado al centenario del Molino de Quico.
Me he encontrado flotando en una nube, en un entorno paradisíaco como es el molino, y no puedo por menos de dedicar una crónica de esta celebración, porque escribir sobre ella, es nuevamente disfrutarla…y porque echamos de menos a algunos incondicionales que sé que hubieran elegido estar con nosotros pero las circunstancias de la vida, dictaron otro destino. En consecuencia, tomo la libertad de ser los ojos de muchos de los que no pudieron estar, como Antonio Soneira y familia, de Alemania. Lola de Alicante, Alfredo Franganillo y familia, Ofelia y familia, Yoly, Almudena, … y todos aquellos calecheros virtuales, que son fieles seguidores día a día del Calecho: Paz de Brasil, Victoria Serna, Luis Miguel Oristela, Noemí, el ahijado del Presi… en fin, todo aquel que se considere parte integrante de este nuestro Calecho.
Preparar la merienda: empanada de morcilla, otra de queso de cabra y manzana, y lengua curada y lacón con cachelos, a la gallega, me ocupó la primera parte de la mañana del sábado 10 de agosto, día de la fiesta del Molino. Sin olvidar la cerveza que dejaríamos enfriar en el interior de la presa… el frescor más agradable para cualquier bebida estival, cargamos el coche de Juan que quedó en aportar el vehículo para llevar las viandas y evitar un auto más en una zona privilegiada.
Mi duda: “Juan… no llevo postre. Ah, yo tampoco! Yo llevo unas empanadillas y para de contar… picaremos de los demás, tranquila!”
Mi santo y yo cogimos las bicis pasando por La Romería y el despejado “camino de los molinos” y llegamos al lugar de encuentro y a la hora indicada en el programa.
Primera sorpresa: La mayoría de la gente ya estaba en la isleta del molino. Las mesas y los bancos, estaban perfectamente alineados, unos ya a la sombra… otros al sol… Juan, consulta el reloj, indica el movimiento de traslación del Planeta Tierra y señala: para las 14,30 h. la sombra ya estará en esta mesa (que ahora estaba a pleno sol y en consecuencia, vacía): ¡a por ella!. Desplegamos el mantel y colocamos los platos para formalizar la reserva. Las viandas debajo de la mesa, a la sombra, en espera.
Un espacio de tiempo perfecto para saludar a los integrantes del foro: Rosa Vidal y su marido. El incondicional Emilio que repitió viaje en solitario a sabiendas de lo bien acompañado que estaría estos días. La familia Lolin, Carlos+Mari, las alemanas Pili y su hija, Tuti y Modesto, con el nuevo miembro de la familia, Esla, preciosa e inquieta. Toño Cata y Pili, que esta vez eligieron presenciar este calecho en vivo y en directo. Naye y su familia… Ana y Alvaro… Carmina (esta vez como Presi…) Miguel Ruco… siempre Miguel, el que está… y está… y todo lo da. Pilarina emocionada por el detalle que Quiquín había tenido de reservar el sitio de su Toño, en aquella piedra gigante que hacía de mesa, debajo de aquel chopo, el lugar preferido de Toño. Reservado con la seguridad de que Él también estaba presente en esta fiesta…
Pana, Toño barbero y Aurora, Pili la de Gilio … Julianín que esta última temporada lo hemos tenido de protagonista…
Liliana… que estaba eufórica, como ya es habitual en ella. Fermi y su Antonio a la que encontré feliz y satisfecha de haberse levantado a las siete de la mañana para poder hacer la merienda (una de las ventajas de contar con vivienda propia).
Y tantos otros que irán apareciendo en esta crónica y otros muchos que estando, no los nombraré por desconocimiento de sus nombres. Aquello ya estaba a rebosar. AH! no quiero olvidar a Alegutal, que como un incondicional más estuvo grabando la celebración junto a un hijo (? ¿) que presumía a través de una camiseta, que representaba a Garaño. Un detalle de hermanamiento, digno de destacar.
Los de la organización tenían preparada una esquina del recinto con la megafonía (cortesía de nuestro músico oriundo Rober).
Se bailaron unas joticas con música de dulzaina para calentar motores y que sirviera de ensayo previo a la tarde. Ahí José Angel y Loren son los profesionales que dominan el baile y la música tradicional (bueno, lo dominan todo, para qué nos vamos a engañar!). Loren la veo con infinita paciencia para ensayar a los pequeños del pueblo que formaron parte del grupo jotas.
No tengo palabras para definir a Yardina y Marcos, que hacen una estupenda pareja. Mis mejores felicitaciones por la capacidad de diseño de Yardina, a parte de la total disponibilidad de la pareja. No pude por menos de presentarme a ella y rendirme a su buen hacer y acierto. Los programas no pueden estar mejor diseñados. Si es que cada año, desde que ella colabora, están mejor!. Vaya bicoca tiene la asociación con esta gran diseñadora. Reitero mis felicitaciones, no me canso…
La asociación tuvo el detalle de recordarnos el porqué estábamos allí y aprovechó para agradecer a Quico el dejarnos disfrutar por unos días de ese paraíso natural. Le hizo entrega de una placa de la Asociación del Calecho, que personalmente me gustó mucho: No sé si se aprecia en la foto que ya está colgada, pero es un placa en la que el texto y unos dibujos relativos al molino, están troquelados en una chapa de forja y que deja un espacio libre para permitir una iluminación por la noche que destaque el mensaje y los remitentes del mismo.
Se leyó la historia resumida del molino y nuestra Presi (Carmina Teso) hizo un alegato muy acertado para situarnos en los tiempos en que el molino no sólo se dedicó a la molienda, sino también proporcionó la luz tan necesaria e importante en aquellos tiempos en que si con la luz del día todo era color sepia, ya os supondréis el color predominante de la noche si fallaba la luz de Quico… ¡Qué bien aprovechada la energía de nuestro agua!... Me cuesta imaginar la vida sin la luz eléctrica que tímidamente se dejaba ver en la época de nuestros abuelos…., como mi madre me cuenta, se valían de los aguzos para alumbrar esas veladas de calechos, cuando la luz de Quico todavía no existía.
Igualmente la Asociación tuvo el detalle de recordar a los ausentes, a los que yo aprovecho para contar con detalle el minuto a minuto de nuestro V Encuentro; y también tuvo la cortesía de dar la bienvenida a los calecheros más internacionales que se acercaron por tierra, mar y aire a nuestra fiesta. Detalles como estos desplazamientos y los otros (más de interior) me hacen sentir orgullosa de este gran invento que es el Calecho de Canales.
Antes de contaros el desarrollo de la comida, he buscado entre mis papeles, el viaje introspectivo que realicé al molino de mi niñez y que os presenté en 2009. Hoy vuelvo a caminar hacia el molino… (porque estamos de cumpleaños, ya sabéis…)
“Más allá de la casa de Conchita está el molino de Quico. Juan se ha quedado corto cuando habla de él, con lo que allí disfrutó con Herminín y Vitorinín!.
Alguna vez fui pegadita a mis hermanos, sino no podría ser de otro modo ya que ellos siempre se las arreglaban para darme el esquinazo. (Tener hermanos para esto…!)
Allí se producía un viaje hacia la imaginación más desbordante. Era un lugar mágico donde nos transformábamos y nos podíamos convertir en Indiana Jones o Piratas en el Caribe. El tiempo se detenía…
Por un puente colgante te introducías en aquella isla, bordeada de vegetación, y comenzaba la transformación. Si seguías de frente, llegabas a la playa del rio Luna. Agua fresquita, río intrépido, imponía. Al fondo las casas de La Magdalena y el puente. Si elegías la nave de la izquierda, tenías a tu disposición unos vagones… una maquinaria… te asomabas al norte y te encontrabas una inmensa piscina natural donde saltaba alguna pintona…
Palomas, gallinas que se espantaban ante las carreras de los que jugábamos al escondite, conejos que campaban a su aire… El perro, al otro lado de la presa, atado con una cadena lo suficientemente larga como para no ignorarlo. Estábamos convencidos de que Vitorinín vivía en un paraíso que para nosotros hubiéramos querido.”
Seguidamente, os contaré el desarrollo de la comida…
Lo que queda en el recuerdo… Mariajesús Morla
LA COMIDA.-
Rectificar es de sabios… y a mi me viene muy bien algo de sapiencia: Me dice Toño Cata que Alfredo Franganillo acudió al V Encuentro Calechero. ¡Cuánto lo siento Alfredo no haber podido coincidir contigo!, por lo menos para ponerte cara, pues no te conozco. Hubo mucha gente y se me escapan más de la mitad, no lo dudes. Espero que en otros encuentros nos presenten.
Seguro que os habéis dado cuenta: al describir el lugar reservado a la memoria de Toño, lo situé a los pies de un chopo y resultó ser un enorme y precioso nogal. Un pequeño lapsus.
Estaremos de acuerdo en que junto con la emoción del encuentro se respiraba una cierta aceleración por sentarse a comer, por eso de que las celebraciones nos las imaginamos siempre comiendo, sin embargo esperábamos también con impaciencia la llegada de los americanos que según nos había puesto en antecedentes Gemma, salían de Madrid temprano para poder llegar a comer al Molino.
… Y llegaron. Presencié cómo Gemma acudía con los brazos abiertos a abrazar a quien hasta ese momento sólo conocíamos virtualmente. Margarita Álvarez, su esposo y su hijo Rudy.
Dentro de todo el barullo, tuve la suerte de coincidir por unos momentos previos a la comida, con Margarita a la que hice saber cuánto me había gustado su historia cuando comenzó en el foro la búsqueda de sus raíces. Es una historia de superación. Os la voy a resumir por si os la habéis perdido:
Margarita Álvarez pone un escrito en el foro señalando que está buscando las raíces de su padre nacido en Canales y de nombre Luis Álvarez. Con esos datos la búsqueda resulta difícil e infructuosa en un principio, no obstante las labores de investigación por parte de Naye, Pilarina y José Ángel a la vez que la insistencia de Margarita, que le resultaba familiar los datos que conforman la historia de Dª Faustina así como el apellido Aguado, dieron su fruto.
Margarita nos contó su historia (que para mi supone una bonita y ejemplar historia de superación), cuando su padre se vio obligado a emigrar a Cuba en un tiempo difícil como varios vecinos de este pueblo tuvieron que optar por esta medida, (como veis la historia se sigue repitiendo…)
El hombre fue hábil e inteligente (como se presume de los canalienses), emprendió negocios prósperos y se casó con una cubana. Tuvieron dos hijos y una vida próspera. Pero “llegó Fidel… y mandó parar”, y el comunismo les arrebató todo lo que tenían. Se vieron obligados a salir del país. Se fueron a Miami como refugiados e iniciaron una nueva andadura. Ya os podéis imaginar los comienzos difíciles que serían para unos emigrantes que han de aprender un nuevo idioma y hacerse un hueco en el continente americano. Allí conoció al que hoy es su marido (un argentino maravilloso) y fundaron una familia. Han criado dos hijos y han logrado triunfar y ser felices en la vida.
Os dais cuenta que guarda una moraleja: hay que ser optimistas en momentos de crisis económica. La vida nos da oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
Pero si la historia de Margarita tiene esa moraleja de la que nos podemos aprovechar todos, os voy a añadir un detalle a mayores que nos puede llevar a reflexionar. En este intercambio de información que hacemos cuando conocemos a nuevos amigos, Rudy me cuenta que él trabaja en Los Ángeles. Me parece que ocupa un cargo importante gestionando subvenciones procedentes del Gobierno para proporcionar ayuda a los sin techo, a los más desfavorecidos. Su trabajo tiene un trasfondo de ayuda humanitaria. No puedo por menos de ver el paralelismo que existe entre su trabajo de ayuda humanitaria como contraprestación a la ayuda que recibieron sus padres cuando fueron inmigrantes. Se cumple la ley del dharma, esa ley universal y cósmica del deber ético que nos recuerda que todo es una rueda, que lo que damos, lo recibimos de vuelta …
Dejo de lado las reflexiones y me concentro en el jolgorio propio de una comida campestre donde urge el sentarse a la mesa y el departir las viandas. Así es que la comida se adelantó a la hora programada (tal es así, que algunos como Manoli y Rafa llegaron conforme al programa, pero nos pillaron a todos con la boca llena) Y, ¿os acordáis de aquella sombra tan apetecible con la que contaba nuestra mesa cuando llegaran las 14,30 h? pues aquella sombra no se apresuró, esperó a su debido tiempo, por lo que no nos quedó más remedio que mover entre todos los caballetes de las mesas y acercarnos a la sombra del nogal. Mi mesa resultó ser la mesa presidencial, ¿qué os parece? Porque allí estaba la Presidenta y a su vera los americanos. Y yo, por suerte, al lado de mi santo y de Rudy. Comimos frente a Juan y Montse, Carmen Paniagua y Jesús, Pana…. Toño barbero…
Las viandas corrían de plato en plato y sobre todo con interés de que fueran degustadas por los americanos. Rudy se convirtió en un degustador por excelencia… A todo decía que sí… todo lo aceptaba de buen grado… Y en cuando a bebida, ni os cuento, imaginaros catando todo lo que servían en su vaso, jaleado por el Pana que se convirtió durante toda la comida, en un cicerone de las costumbres del pueblo de su abuelo. Rudy fue el mejor de los anfitriones (os imagináis un americano comiendo la morcilla de Pilarina? (que por cierto, estaba inmejorable, como siempre). Menos mal que fuimos discretos y evitamos identificar los ingredientes.
Comimos lo propio y lo ajeno (la tarta de arroz con leche de Ana T., estaba de pecado….). Bebimos lo propio y lo ajeno, también: Juan trajo unos chupitos de su destilería particular. Una botella conmemoración del centenario, se la obsequió a Quico. La otra, de licor de café, estaba realmente buena. En esto, que se levanta un grupo de la organización, y sacan de la casa principal del Molino, cuatro tartas espectaculares, que ya habéis visto en las fotos. Ricas, ricas… de hojaldre, crema y merengue. Yo, que inexplicablemente había dejado un hueco en mi interior, lo rellené de unas raciones de tarta riquísima… (se me hace la boca agua, nuevamente…). Teso se lamentaba de que siendo su dulce preferido, casi no podía catarlo.
Pues, llegada la tertulia del café, la barca que previamente en un acto simbólico había sido botada por Quico y que estaba en un minipuerto a pie del lugar de la merienda, fue solicitada para una pequeña sesión de remos que no me perdí. Se convirtió aquello en una pequeña Venecia, ambientada con el aroma de las rosas naturales que adornaban la barca y el frescor que traspasaba el casco de chapa y que aliviaba los calores de aquellas horas cuyo calor se hacía espeso e insoportable. Es que estábamos en plena hora de la siesta. Animamos a los americanos que disfrutaran de un tiempo para descansar en su hotel y los emplazamos para el calecho en el cine.
Nosotros hicimos lo propio: ir hasta casa a descansar y volver para el espectáculo de jotas.
Mariajesús Morla,... sigue
Rectificar es de sabios… y a mi me viene muy bien algo de sapiencia: Me dice Toño Cata que Alfredo Franganillo acudió al V Encuentro Calechero. ¡Cuánto lo siento Alfredo no haber podido coincidir contigo!, por lo menos para ponerte cara, pues no te conozco. Hubo mucha gente y se me escapan más de la mitad, no lo dudes. Espero que en otros encuentros nos presenten.
Seguro que os habéis dado cuenta: al describir el lugar reservado a la memoria de Toño, lo situé a los pies de un chopo y resultó ser un enorme y precioso nogal. Un pequeño lapsus.
Estaremos de acuerdo en que junto con la emoción del encuentro se respiraba una cierta aceleración por sentarse a comer, por eso de que las celebraciones nos las imaginamos siempre comiendo, sin embargo esperábamos también con impaciencia la llegada de los americanos que según nos había puesto en antecedentes Gemma, salían de Madrid temprano para poder llegar a comer al Molino.
… Y llegaron. Presencié cómo Gemma acudía con los brazos abiertos a abrazar a quien hasta ese momento sólo conocíamos virtualmente. Margarita Álvarez, su esposo y su hijo Rudy.
Dentro de todo el barullo, tuve la suerte de coincidir por unos momentos previos a la comida, con Margarita a la que hice saber cuánto me había gustado su historia cuando comenzó en el foro la búsqueda de sus raíces. Es una historia de superación. Os la voy a resumir por si os la habéis perdido:
Margarita Álvarez pone un escrito en el foro señalando que está buscando las raíces de su padre nacido en Canales y de nombre Luis Álvarez. Con esos datos la búsqueda resulta difícil e infructuosa en un principio, no obstante las labores de investigación por parte de Naye, Pilarina y José Ángel a la vez que la insistencia de Margarita, que le resultaba familiar los datos que conforman la historia de Dª Faustina así como el apellido Aguado, dieron su fruto.
Margarita nos contó su historia (que para mi supone una bonita y ejemplar historia de superación), cuando su padre se vio obligado a emigrar a Cuba en un tiempo difícil como varios vecinos de este pueblo tuvieron que optar por esta medida, (como veis la historia se sigue repitiendo…)
El hombre fue hábil e inteligente (como se presume de los canalienses), emprendió negocios prósperos y se casó con una cubana. Tuvieron dos hijos y una vida próspera. Pero “llegó Fidel… y mandó parar”, y el comunismo les arrebató todo lo que tenían. Se vieron obligados a salir del país. Se fueron a Miami como refugiados e iniciaron una nueva andadura. Ya os podéis imaginar los comienzos difíciles que serían para unos emigrantes que han de aprender un nuevo idioma y hacerse un hueco en el continente americano. Allí conoció al que hoy es su marido (un argentino maravilloso) y fundaron una familia. Han criado dos hijos y han logrado triunfar y ser felices en la vida.
Os dais cuenta que guarda una moraleja: hay que ser optimistas en momentos de crisis económica. La vida nos da oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
Pero si la historia de Margarita tiene esa moraleja de la que nos podemos aprovechar todos, os voy a añadir un detalle a mayores que nos puede llevar a reflexionar. En este intercambio de información que hacemos cuando conocemos a nuevos amigos, Rudy me cuenta que él trabaja en Los Ángeles. Me parece que ocupa un cargo importante gestionando subvenciones procedentes del Gobierno para proporcionar ayuda a los sin techo, a los más desfavorecidos. Su trabajo tiene un trasfondo de ayuda humanitaria. No puedo por menos de ver el paralelismo que existe entre su trabajo de ayuda humanitaria como contraprestación a la ayuda que recibieron sus padres cuando fueron inmigrantes. Se cumple la ley del dharma, esa ley universal y cósmica del deber ético que nos recuerda que todo es una rueda, que lo que damos, lo recibimos de vuelta …
Dejo de lado las reflexiones y me concentro en el jolgorio propio de una comida campestre donde urge el sentarse a la mesa y el departir las viandas. Así es que la comida se adelantó a la hora programada (tal es así, que algunos como Manoli y Rafa llegaron conforme al programa, pero nos pillaron a todos con la boca llena) Y, ¿os acordáis de aquella sombra tan apetecible con la que contaba nuestra mesa cuando llegaran las 14,30 h? pues aquella sombra no se apresuró, esperó a su debido tiempo, por lo que no nos quedó más remedio que mover entre todos los caballetes de las mesas y acercarnos a la sombra del nogal. Mi mesa resultó ser la mesa presidencial, ¿qué os parece? Porque allí estaba la Presidenta y a su vera los americanos. Y yo, por suerte, al lado de mi santo y de Rudy. Comimos frente a Juan y Montse, Carmen Paniagua y Jesús, Pana…. Toño barbero…
Las viandas corrían de plato en plato y sobre todo con interés de que fueran degustadas por los americanos. Rudy se convirtió en un degustador por excelencia… A todo decía que sí… todo lo aceptaba de buen grado… Y en cuando a bebida, ni os cuento, imaginaros catando todo lo que servían en su vaso, jaleado por el Pana que se convirtió durante toda la comida, en un cicerone de las costumbres del pueblo de su abuelo. Rudy fue el mejor de los anfitriones (os imagináis un americano comiendo la morcilla de Pilarina? (que por cierto, estaba inmejorable, como siempre). Menos mal que fuimos discretos y evitamos identificar los ingredientes.
Comimos lo propio y lo ajeno (la tarta de arroz con leche de Ana T., estaba de pecado….). Bebimos lo propio y lo ajeno, también: Juan trajo unos chupitos de su destilería particular. Una botella conmemoración del centenario, se la obsequió a Quico. La otra, de licor de café, estaba realmente buena. En esto, que se levanta un grupo de la organización, y sacan de la casa principal del Molino, cuatro tartas espectaculares, que ya habéis visto en las fotos. Ricas, ricas… de hojaldre, crema y merengue. Yo, que inexplicablemente había dejado un hueco en mi interior, lo rellené de unas raciones de tarta riquísima… (se me hace la boca agua, nuevamente…). Teso se lamentaba de que siendo su dulce preferido, casi no podía catarlo.
Pues, llegada la tertulia del café, la barca que previamente en un acto simbólico había sido botada por Quico y que estaba en un minipuerto a pie del lugar de la merienda, fue solicitada para una pequeña sesión de remos que no me perdí. Se convirtió aquello en una pequeña Venecia, ambientada con el aroma de las rosas naturales que adornaban la barca y el frescor que traspasaba el casco de chapa y que aliviaba los calores de aquellas horas cuyo calor se hacía espeso e insoportable. Es que estábamos en plena hora de la siesta. Animamos a los americanos que disfrutaran de un tiempo para descansar en su hotel y los emplazamos para el calecho en el cine.
Nosotros hicimos lo propio: ir hasta casa a descansar y volver para el espectáculo de jotas.
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LA REPRESENTACION...
A las 6,30 h. allí estábamos de nuevo, con el sonido de gaitas y castañuelas, el movimiento de las jotas, la sombra del nogal y los cerezos, la gente animada presenciando al grupo tradicional y a los seis pequeños oriundos que habían sido ensayados por Loren, y que tan bien lo hicieron. Se vistieron y acicalaron oportunamente e hicieron las delicias de todos.
Se estaba acercando la hora del Calecho en el cine, así que calculamos una hora prudente para ir con tiempo a “coger sitio”. Prácticamente nos correspondió encabezar una cola humana que iba creciendo por momentos y que ya impacientemente esperaba a que nos abrieran las puertas para asegurarnos un buen sitio. Fermi y yo recordábamos el primer calecho donde la organización había indicado que los socios que llegaran antes, cedieran los asientos a los vecinos a modo de gentileza (la educación de los canalienses, se presume…). El caso es que ahora no estábamos dispuestos a ceder ni un ápice de nuestro espacio a nadie. Mirábamos a otro lado ignorando el derecho reivindicativo de los denominados “veteranos”… No estábamos dispuestos a perdernos ningún detalle… (no hay que olvidar, que este año, los ensayos fueron muy a puerta cerrada y los figurantes no soltaban prenda del contenido de la función. Se limitaban a decir que habría sorpresas…)
Así que en segunda fila y asientos centrales para no tener que ceder el asiento si nos correspondía el flanco (ya sabéis… siempre llega tarde alguna abuelita aquejada de artrosis de cadera y que se entretuvo saludando a las puertas del cine…) esperamos con impaciencia el CALECHO. Por debajo de las cortinas cerradas del escenario se asomaban las caritas de un grupo de niños (los joteros) que hacían de su espera una juerga.
Y el pistoletazo de salida la dio el pregonero (Manolo, el del Cuadrero). Nos llevó de la mano a un ritmo casi vertiginoso, recordando las personas y escenas de nuestro pueblo, los bares, los negocios que dieron prosperidad al pueblo en la primera mitad del Siglo XX. Nos hizo una radiografía de su vida que de alguna manera algo conocíamos por eso de que somos del mismo pueblo; descubrimos el porqué del apodo y nos vimos representados (y hasta nombrados –Amada y sus hijos– sorpresa!) en las diversas escenas de la vida cotidiana de la época.
Y a ritmo de pasodoble disfrutamos de la representación del Calecho. Repito ES-PEC-TA-CU-LAR:
El escenario, el adecuado: réplica del molino, con unas ventanas a través de las que se veía el paisaje exterior del molino. Dos bancos donde se sentaban los que hacían las veladas, el calecho, el filandón. Las mujeres, siempre hacendosas… (Yardina tejiendo) cultas, declamando alguna poesía (Rosa Vidal, transforma lo cotidiano en poesía… todo un arte!.) Juan Morla, situándonos en las trastadas y correrías de su infancia en el molino. Marcos, el médico chulito que estaba genialmente caracterizado y que representó su papel con una soltura propia de un actor con muchas tablas… Toño barbero y Carmenchu… que nos dieron lección de baile… Hay que ver qué bien se movían. Toño, trabadín él, chulín, con vestimenta típica y ritmo impecable… y Carmenchu, interpretó su papel con mucho arte… (la veo y me viene a la memoria alguna foto de las presentaciones teatrales de la época, en que está su madre también de figurante y son iguales…) o sea, que de raza le viene al galgo… (que se dice).
Loren, José Ángel, el Pana y Alegutal… estuvieron soberbios. Consiguieron una representación dinámica, divertida al máximo, muy muy inteligente, el vestuario perfecto. Como novedad destacar la genialidad de Alegutal con el acordeón.
Esta gente que lo mismo sirven para un roto que para un descosido, se mueven con soltura en todos los campos… son unos auténticos showman. Los envidio.
Los niños de las jotas estuvieron muy bien. Inés, mi compañera de butaca destacaba el movimiento tan bien ejecutado y con tanta gracia de una niña rubita y salerosa que resultó ser la niña de Susana (la sobrina de Moisés).
El coro, ya lo sabéis y si no, podéis comprobarlo los domingos en la Misa de Canales… Nos cantaron canciones tradicionales de León y lo hicieron francamente bien.
Y quiero resaltar la profesionalidad de Ana Tundidor. Supo introducir a los distintos grupos para lograr dinamizar el Calecho y lo hizo así, con profesionalidad y a la vez sin “descalzarse”. Representó a la dama fashion (Dª Violante o nosequé), con una facilidad de palabra y de gesto, a la que tengo que descubrirme. Chapeau!, Ana. Lo tuyo es la interpretación (además de otras cualidades, como me parece que es la cocina, uhmmmm!). Vamos que me encanta, y así os lo digo. Y ahí os aseguro que puedo ser objetiva. Un acierto con calificación de sobresaliente. (Ana en tu tiempo libre, te veo en la interpretación: ánimo, disfruta y haznos alucinar!).
Así es que salimos como flotando… y yo, en estos momentos en que estoy relatándolo, me siento flotar todavía… Cuando pase algunos años y pueda leer esto que escribo espero que me transmita las mismas sensaciones y os aseguro que lo pasaré igual de bien.
Supongo que en la página web del calecho se pueda leer los textos de la representación de este año, así como el pregón de Manolo, que no dudo que si para él fue un honor ser el elegido, para nosotros es un orgullo contar con vecinos tan capaces y con una trayectoria que nos sirve de modelo.
Por último deciros que en la primera fila estaba nuestra familia americana (Margarita no tenía palabras para expresar cuánto le había gustado… satisfecha de estar en el pueblo de su padre), los dueños del molino, y el pregonero, entre otros.
Y a los organizadores, mi reconocimiento. Pienso que superar lo de este año va a ser muy, pero que muy difícil. Poco, (mejor dicho, nada) he podido yo contribuir al desarrollo exitoso de esta fiesta (por eso de que “hay vida más allá del calecho”, que me ha tenido ocupada), de ahí que quiera aportar, dentro de mis posibilidades, mis ojos y mi sentimiento por lo que vi y me hicisteis sentir el día de la fiesta del calecho a aquellos que no tuvieron la suerte de acompañarnos.
Quiero también destacar la generosidad de la organización para con el pueblo. El “todo gratis” va a coger fama más que internacional. No ha faltado de nada y estoy orgullosa de pertenecer a la misma.
Un abrazo muy grande para TODOS (así no me dejo a ninguno en el tintero) y hasta siempre!.- Mariajesús Morla
A las 6,30 h. allí estábamos de nuevo, con el sonido de gaitas y castañuelas, el movimiento de las jotas, la sombra del nogal y los cerezos, la gente animada presenciando al grupo tradicional y a los seis pequeños oriundos que habían sido ensayados por Loren, y que tan bien lo hicieron. Se vistieron y acicalaron oportunamente e hicieron las delicias de todos.
Se estaba acercando la hora del Calecho en el cine, así que calculamos una hora prudente para ir con tiempo a “coger sitio”. Prácticamente nos correspondió encabezar una cola humana que iba creciendo por momentos y que ya impacientemente esperaba a que nos abrieran las puertas para asegurarnos un buen sitio. Fermi y yo recordábamos el primer calecho donde la organización había indicado que los socios que llegaran antes, cedieran los asientos a los vecinos a modo de gentileza (la educación de los canalienses, se presume…). El caso es que ahora no estábamos dispuestos a ceder ni un ápice de nuestro espacio a nadie. Mirábamos a otro lado ignorando el derecho reivindicativo de los denominados “veteranos”… No estábamos dispuestos a perdernos ningún detalle… (no hay que olvidar, que este año, los ensayos fueron muy a puerta cerrada y los figurantes no soltaban prenda del contenido de la función. Se limitaban a decir que habría sorpresas…)
Así que en segunda fila y asientos centrales para no tener que ceder el asiento si nos correspondía el flanco (ya sabéis… siempre llega tarde alguna abuelita aquejada de artrosis de cadera y que se entretuvo saludando a las puertas del cine…) esperamos con impaciencia el CALECHO. Por debajo de las cortinas cerradas del escenario se asomaban las caritas de un grupo de niños (los joteros) que hacían de su espera una juerga.
Y el pistoletazo de salida la dio el pregonero (Manolo, el del Cuadrero). Nos llevó de la mano a un ritmo casi vertiginoso, recordando las personas y escenas de nuestro pueblo, los bares, los negocios que dieron prosperidad al pueblo en la primera mitad del Siglo XX. Nos hizo una radiografía de su vida que de alguna manera algo conocíamos por eso de que somos del mismo pueblo; descubrimos el porqué del apodo y nos vimos representados (y hasta nombrados –Amada y sus hijos– sorpresa!) en las diversas escenas de la vida cotidiana de la época.
Y a ritmo de pasodoble disfrutamos de la representación del Calecho. Repito ES-PEC-TA-CU-LAR:
El escenario, el adecuado: réplica del molino, con unas ventanas a través de las que se veía el paisaje exterior del molino. Dos bancos donde se sentaban los que hacían las veladas, el calecho, el filandón. Las mujeres, siempre hacendosas… (Yardina tejiendo) cultas, declamando alguna poesía (Rosa Vidal, transforma lo cotidiano en poesía… todo un arte!.) Juan Morla, situándonos en las trastadas y correrías de su infancia en el molino. Marcos, el médico chulito que estaba genialmente caracterizado y que representó su papel con una soltura propia de un actor con muchas tablas… Toño barbero y Carmenchu… que nos dieron lección de baile… Hay que ver qué bien se movían. Toño, trabadín él, chulín, con vestimenta típica y ritmo impecable… y Carmenchu, interpretó su papel con mucho arte… (la veo y me viene a la memoria alguna foto de las presentaciones teatrales de la época, en que está su madre también de figurante y son iguales…) o sea, que de raza le viene al galgo… (que se dice).
Loren, José Ángel, el Pana y Alegutal… estuvieron soberbios. Consiguieron una representación dinámica, divertida al máximo, muy muy inteligente, el vestuario perfecto. Como novedad destacar la genialidad de Alegutal con el acordeón.
Esta gente que lo mismo sirven para un roto que para un descosido, se mueven con soltura en todos los campos… son unos auténticos showman. Los envidio.
Los niños de las jotas estuvieron muy bien. Inés, mi compañera de butaca destacaba el movimiento tan bien ejecutado y con tanta gracia de una niña rubita y salerosa que resultó ser la niña de Susana (la sobrina de Moisés).
El coro, ya lo sabéis y si no, podéis comprobarlo los domingos en la Misa de Canales… Nos cantaron canciones tradicionales de León y lo hicieron francamente bien.
Y quiero resaltar la profesionalidad de Ana Tundidor. Supo introducir a los distintos grupos para lograr dinamizar el Calecho y lo hizo así, con profesionalidad y a la vez sin “descalzarse”. Representó a la dama fashion (Dª Violante o nosequé), con una facilidad de palabra y de gesto, a la que tengo que descubrirme. Chapeau!, Ana. Lo tuyo es la interpretación (además de otras cualidades, como me parece que es la cocina, uhmmmm!). Vamos que me encanta, y así os lo digo. Y ahí os aseguro que puedo ser objetiva. Un acierto con calificación de sobresaliente. (Ana en tu tiempo libre, te veo en la interpretación: ánimo, disfruta y haznos alucinar!).
Así es que salimos como flotando… y yo, en estos momentos en que estoy relatándolo, me siento flotar todavía… Cuando pase algunos años y pueda leer esto que escribo espero que me transmita las mismas sensaciones y os aseguro que lo pasaré igual de bien.
Supongo que en la página web del calecho se pueda leer los textos de la representación de este año, así como el pregón de Manolo, que no dudo que si para él fue un honor ser el elegido, para nosotros es un orgullo contar con vecinos tan capaces y con una trayectoria que nos sirve de modelo.
Por último deciros que en la primera fila estaba nuestra familia americana (Margarita no tenía palabras para expresar cuánto le había gustado… satisfecha de estar en el pueblo de su padre), los dueños del molino, y el pregonero, entre otros.
Y a los organizadores, mi reconocimiento. Pienso que superar lo de este año va a ser muy, pero que muy difícil. Poco, (mejor dicho, nada) he podido yo contribuir al desarrollo exitoso de esta fiesta (por eso de que “hay vida más allá del calecho”, que me ha tenido ocupada), de ahí que quiera aportar, dentro de mis posibilidades, mis ojos y mi sentimiento por lo que vi y me hicisteis sentir el día de la fiesta del calecho a aquellos que no tuvieron la suerte de acompañarnos.
Quiero también destacar la generosidad de la organización para con el pueblo. El “todo gratis” va a coger fama más que internacional. No ha faltado de nada y estoy orgullosa de pertenecer a la misma.
Un abrazo muy grande para TODOS (así no me dejo a ninguno en el tintero) y hasta siempre!.- Mariajesús Morla
Precioso tu relato, como siempre nos dejas boquiabiertos y sin saber qué decir, sólo gracias, eres muy grande.