Luz y gas para ti

CANALES: Buenas noches Jose Angel, perdona, estaba leyendo.

Buenas noches Manuel:
Que bien traida la letra de la canción de Alberto Cortez y una triste bajada de telón del verano. Pero así es la vida y la vida sigue. Animo Ana.

Queridos amigos: Ayer la despedida de Álvaro fue una quedada para llorar, para recordar a todos los que ya no están, para dolernos como si nos estuviesen arrancando la piel a tiras. Desde la sombra, desde el dolor … te estoy llamando. Desde el pozo asfixiante del recuerdo, sin nada que me sirva, ni te espere…Te estoy llamando, con la voz, con el cuerpo, con la vida, con todo lo que tengo y que no tengo, con desesperación, con sed, con llanto, como si fueras aire y yo me ahogara, como si fueras luz y me muriera …
Ayer encontramos el tiempo inevitable para recordar y echar de menos. Y el llanto atenazó las gargantas de los amigos más próximos que hubieran entonado el Himno al Pendonero, como hubiera querido Ana, a modo de despedida, antes de devolverlo a la tierra.
Hace falta que pase mucho tiempo para que todo ese sufrimiento se recubra de una cierta dulzura, y la nostalgia, más que rasgarnos, nos acaricie, haciéndonos a ratos sentirnos ingenuamente felices, como si pudiéramos volver a vivir junto a los que se han ido. Entonces cantaremos al unísono ese himno que une, anima y sobre todo, nos obliga a mirar al cielo siguiendo las ondas del pendón y … atraeremos a nuestra quedada a todos aquellos que son ya estrellas en el firmamento. A partir de ahora su espíritu se mezclan con todo lo que conocieron en esta tierra, ellos son el valle, las montañas que lo rodean, el pueblo, las personas que caminan por sus calles. Ellos son el suelo que pisamos y el agua que sacia la sed de todos.

… Y hoy seguimos en sombra (como diría Toño Cata, hoy toca sombra). Este Calecho está de luto.
Los que tenemos la suerte de “tener pueblo” como le pasó a Álvaro, pasamos la vida grapada al pueblo y qué curioso, … ahora es el pueblo el que está enteramente grapado a él.
He repasado las fotos del ayer de la familia Ruco. Me gustan todas ellas. Es pasar por su historia un poco de puntillas. Y esta foto final de Álvaro, ha sido un acierto sacarla en su despedida, porque así nos gusta retenerlo entre las neuronas de nuestra memoria. Me encanta: Álvaro feliz, satisfecho de la reunión entre amigos. No ha dejado de sorprendernos la generosidad de sus gestos y la altura de sus sentimientos.
Ayer, Gemma nos hizo una radiografía de Álvaro y desde aquí hago un llamamiento para que cuelgue el escrito y nos deje nuevamente la oportunidad de conocer más y mejor a este amigo que nos ha dicho adiós, que aprendamos de sus ojos mirando al infinito y actuando a modo de máquina del tiempo. Aprendamos de su caminar, de su tacto, de su sonrisa ante comentarios que a priori no la insinúan, de la manera de entender y explicar cómo asumen el camino que les queda por recorrer … su forma de ser nos conmueve y nos inspira.
Igualmente me gustaría que se colgara el HIMNO AL PENDONERO como homenaje póstumo a Álvaro y el resto de compañeros que ya son estrellas en el firmamento. Al cantarlo rescataremos del otro lado a los que con tanto orgullo se sintieron parte integrante del pueblo.
Querida Ana y familia Ruco: No hay palabras que pueda consolaros, lo sé. Y no dudéis que me gustaría encontrar las palabras mágicas que sirvieran un poco de bálsamo a tanto dolor. Sólo nos queda… el tiempo Y entonces, en medio de la terrible añoranza, deseo que su recuerdo vuelva a vosotros, y que su rostro, riéndose, mirándoos, os de la serenidad y alegría necesaria, porque no me cabe la menor duda de que Álvaro perteneció a esa clase de seres humanos a los que vale la pena haber conocido. Un abrazo, Mariajesús Morla

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Queridos amigos: Ayer la despedida de Álvaro fue una quedada para llorar, para recordar a todos los que ya no están, para dolernos como si nos estuviesen arrancando la piel a tiras. Desde la sombra, desde el dolor … te estoy llamando. Desde el pozo asfixiante del recuerdo, sin nada que me sirva, ni te espere…Te estoy llamando, con la voz, con el cuerpo, con la vida, con todo lo que tengo y que no tengo, con desesperación, con sed, con llanto, como si fueras aire y yo me ahogara, como si fueras luz y me muriera …
Ayer encontramos el tiempo inevitable para recordar y echar de menos. Y el llanto atenazó las gargantas de los amigos más próximos que hubieran entonado el Himno al Pendonero, como hubiera querido Ana, a modo de despedida, antes de devolverlo a la tierra.
Hace falta que pase mucho tiempo para que todo ese sufrimiento se recubra de una cierta dulzura, y la nostalgia, más que rasgarnos, nos acaricie, haciéndonos a ratos sentirnos ingenuamente felices, como si pudiéramos volver a vivir junto a los que se han ido. Entonces cantaremos al unísono ese himno que une, anima y sobre todo, nos obliga a mirar al cielo siguiendo las ondas del pendón y … atraeremos a nuestra quedada a todos aquellos que son ya estrellas en el firmamento. A partir de ahora su espíritu se mezclan con todo lo que conocieron en esta tierra, ellos son el valle, las montañas que lo rodean, el pueblo, las personas que caminan por sus calles. Ellos son el suelo que pisamos y el agua que sacia la sed de todos.

… Y hoy seguimos en sombra (como diría Toño Cata, hoy toca sombra). Este Calecho está de luto.
Los que tenemos la suerte de “tener pueblo” como le pasó a Álvaro, pasamos la vida grapada al pueblo y qué curioso, … ahora es el pueblo el que está enteramente grapado a él.
He repasado las fotos del ayer de la familia Ruco. Me gustan todas ellas. Es pasar por su historia un poco de puntillas. Y esta foto final de Álvaro, ha sido un acierto sacarla en su despedida, porque así nos gusta retenerlo entre las neuronas de nuestra memoria. Me encanta: Álvaro feliz, satisfecho de la reunión entre amigos. No ha dejado de sorprendernos la generosidad de sus gestos y la altura de sus sentimientos.
Ayer, Gemma nos hizo una radiografía de Álvaro y desde aquí hago un llamamiento para que cuelgue el escrito y nos deje nuevamente la oportunidad de conocer más y mejor a este amigo que nos ha dicho adiós, que aprendamos de sus ojos mirando al infinito y actuando a modo de máquina del tiempo. Aprendamos de su caminar, de su tacto, de su sonrisa ante comentarios que a priori no la insinúan, de la manera de entender y explicar cómo asumen el camino que les queda por recorrer … su forma de ser nos conmueve y nos inspira.
Igualmente me gustaría que se colgara el HIMNO AL PENDONERO como homenaje póstumo a Álvaro y el resto de compañeros que ya son estrellas en el firmamento. Al cantarlo rescataremos del otro lado a los que con tanto orgullo se sintieron parte integrante del pueblo.
Querida Ana y familia Ruco: No hay palabras que pueda consolaros, lo sé. Y no dudéis que me gustaría encontrar las palabras mágicas que sirvieran un poco de bálsamo a tanto dolor. Sólo nos queda… el tiempo Y entonces, en medio de la terrible añoranza, deseo que su recuerdo vuelva a vosotros, y que su rostro, riéndose, mirándoos, os de la serenidad y alegría necesaria, porque no me cabe la menor duda de que Álvaro perteneció a esa clase de seres humanos a los que vale la pena haber conocido. Un abrazo, Mariajesús Morla

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¡B. Dias! Una vez más, Mª Jesús, las palabras quedan muy pequeñitas ante tu hermoso escrito, donde describes el dolor con serenidad, y con la esperanza del creyente.
¡Gracias por lo que a mí, se refiere.! Mis humildes palabras, como tu sabes, han salido del corazón, son y eran un pequeño homenaje a Alvaro y Ana, dos amigos del alma y como tal, era mi intención. Nada más. Me siento muy orgullosa de ellos, de su amistad y de su entrega, de su amor al pueblo (de toda la vida), al Calecho, y cuando durante años compartes muchas cosas, es difícil, pero muy difícil no decir nada. Sencillamente esa era la idea. Álvaro y Ana lo merecen y más.

Naye, ya me imagino que te costaría mucho escribir y leer el homenaje que has hecho a tus amigos. Es precioso Naye y muy propio de una amiga del alma.

Feli, buenas noches.
Gemma leyó con una entereza digna de mención.
Un gran homenaje a ÁLVARO Y ANA, sin lugar a dudas.

Buenas noches Jose Angel, perdona, estaba leyendo.