CANALES: Como me ha gustado, Juan. Creo que has hecho un gran...

Y la última parte.
III. FUNCION CULTURAL Y SOCIALIZADORA
Después de la función biológica o de transmisión de la vida, es la función cultural la más bella que ha tenido la familia rural leonesa en todos los tiempos. El jefe de la familia, sentado a la chimenea y rodeado de sus hijos o nietos, pasaba las largas veladas de invierno contando historias, leyendas y mitos, transmitiendo a los suyos las glorias del pueblo, de la propia familia, de sus antepasados. En estas largas veladas se hacía filosofía de la vida. Se explicaba el cosmos y se daba una interpretación muy “sui generis” del mundo rural encantado y dominado por el misterio, por fuerzas desconocidas y por seres malignos que traían las enfermedades, las pestes, las catástrofes. Estos seres habitaban en las sombras y se espantaban de la cruz, del agua bendita, de las reliquias de los santos y de toda clase de amuletos.
Junto con todas estas leyendas, el jefe de familia iba transmitiendo una serie de formas sociales, de pautas de conducta dirigidas a respetar la autoridad, a mantener el orden, a crear un humanismo en la familia y en la comunidad, ciertamente envidiables y ausentes en la comunidad urbana.
El padre, además de ser el maestro con la autoridad que le concedía la experiencia, era también el sacerdote de la familia. El dirigía las prácticas de piedad y el culto a los mayores: rezaba el rosario con interminables padrenuestros por sus antepasados, bendecía la mesa con un largo memento para sus mayores, dirigía el “ángelus” en medio del campo, cuando sonaba la campana de mediodía, se santiguaba con gesto patriarcal antes de comenzar cualquier tipo de trabajo, impartía la bendición a sus hijos al marcharse de casa y antes de irse a acostar, etc.
La madre, como diaconisa de la casa, enseñaba las oraciones a los niños, les santiguaba al acostarlos, imponía sobre ellos toda clase de objetos sacros para librarles de las brujas y de los malos espíritus, mientras musitaba oraciones incomprensibles.
Además de estas prácticas religiosas familiares, eran obligatorias las prácticas comunitarias: la misa los domingos y fiestas, el rezo del rosario durante los meses de mayo y octubre al menos, las novenas y los triduos a cada santo en otras ocasiones que lo exigiesen las circunstancias.
Además de todos estos actos de tipo religioso, las comunidades rurales celebraban otros muchos actos sociales, dentro de los cuales socializaban a las nuevas generaciones en sus valores, tradiciones y costumbres. Entre estos actos merecen especial atención los siguientes:
1. Los hilorios.
Se llamaban hilorios o filandones a las reuniones que por grupos de familias se hacían durante las largas veladas de invierno en casa de una de las familias del barrio. Generalmente comenzaban estas reuniones con el rezo del santo rosario; luego las mujeres se dedicaban a hilar y tejer a la luz del candil, mientras que los hombres, reunidos generalmente en la cuadra, hablaban con más libertad de todo un poco. Los jóvenes, a su vez, en grupos aparte contaban chistes, asaban patatas, hacían bailes, etc.
Antes de deshacerse el hilorio solían tomar las sopas de ajo. Para las sopas, las patatas y el aceite del candil, cada familia pagaba una cuota al mes, que podía ser hasta de una perrina o cinco céntimos.
2. Las fiestas patronales.
Las fiestas patronales revestían un carácter eminentemente comunitario y familiar. La víspera de la fiesta por la tarde se pedía limosna por todas las casas. Solían dar garbanzos, chorizo, patatas, tocino, pata de cerdo, etc. Con todo ello hacían una gran comida para los pobres del contorno, que acudían a la fiesta. La comida se la daban a la salida de la misa mayor.
Con ocasión de las fiestas, la familia estrechaba los lazos de parentesco con sus innumerables parientes y familiares, invitándoles a las fiestas, que solían durar de dos a tres días.
Las fiestas comenzaban con el pasacalles o diana, luego la misa cantada con procesión por las calles del pueblo y, después de repartir la comida de los pobres, la gran comida familiar, que solida durar tres o cuatro horas. Terminada la comida se hacía el baile en la plaza, que duraba hasta entrada la noche. Este mismo programa, con pequeñas variantes, se repetía por segunda o tercera vez.
3. Los carnavales
Los carnavales, celebrados en todo el mundo rural leonés, servían para liberar a la población, al menos durante dos o tres días, del riguroso control social al que estaban sometidos durante el año. La forma más común de celebrar el carnaval era la de los disfraces. Principalmente los jóvenes y los niños se disfrazaban de guirrios y “antruejos”, de animales, de profesiones oficiales, etc. Y recorrían las calles del pueblo pidiendo aguinaldos. Durante estos días, libres del control social y protegidos por las máscaras y disfraces, se rompían las pautas de conducta y muchos de los tabúes de la cultura rural.

4. Velorios.
Eran un acto más de todo ese complejo cultural en torno a la muerte de un miembro de la familia o de la comunidad. En cuanto a los velorios hay que decir que en cada zona, en cada región e incluso en cada pueblo existieron formas propias de manifestar el dolor, de acompañar el cadáver hasta darle sepultura, de hacer compañía a los familiares del difunto durante las horas de “pésame”.
Prescindiendo de los rasgos característicos y peculiares de cada pueblo, se puede formar el siguiente tipo de velorio más o menos común a toda la provincia: Cuando moría alguien en el pueblo, durante la noche o noches de “cuerpo presente” acudían los vecinos, al menos uno de cada casa, a montar vela en torno al difunto y a sus familiares. En estos momentos se olvidaban todas las rencillas y enemistades que pudiese haber y el pueblo se sentía unido.
Durante el velorio, generalmente los hombres se reunían en la habitación del difunto o en la más próxima a éste, mientras que las mujeres se reunían en la cocina. El velorio comenzaba con el rezo del rosario dirigido por el abad de las Santa Hermandad de las Benditas Animas, que existió en casi todos los pueblos de la provincia. Terminado el rosario, los hombres se dedicaban a hablar de todos los asuntos del pueblo, olvidándose prácticamente del difunto presente. Las mujeres, además del rosario, leían las recomendaciones del alma, novenas y otras oraciones. Luego se dedicaban a sacar a relucir los chismes del pueblo y a contar chistes, llegando en muchas ocasiones a hacer del velorio no sólo un acto social, sino también un acto recreativo de excepción.
Estas tertulias de los hombres y de las mujeres en torno al muerto eran interrumpidas a intervalos de una hora por las “posas” o repiques de campana que daban durante la permanencia de un cadáver sobre tierra para invitar a toda la comunidad a encomendar el alma del difunto y rezar por su eterno reposo. En el velorio, cuando sonaban las “posas”, uno de los hermanos cofrades decía. “por su ánima, pater noster” y todos rezaban en silencio durante unos minutos.
Al día siguiente, amortajado y vestido de hábito, conducían al cadáver a la iglesia. Después de terminadas las honras fúnebre, portado a hombros de los familiares o de los mozos del pueblo y sobre las andas de la Hermandad, lo conducían al cementerio para darle sepultura.
Ya en el cementerio, se depositaba el cadáver en una fosa hecha en el suelo y después de darle las últimas bendiciones y depositar un puñado de tierra cada uno de los familiares y amigos, se procedía a cubrir el féretro con la propia tierra sacada del foso.
Una vez dada sepultura al cadáver, se puede decir que llegaba el momento de “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”, pues todos los participantes en el funeral volvían a casa del difunto y, después de echarle “un por su ánima, pater noster”, eran invitados los familiares del fallecido a vino, pan y queso.
Así vivían y así morían los campesinos leoneses, acompañados por su familia y por toda la comunidad local desde el momento de su nacimiento hasta después de su muerte.

Como me ha gustado, Juan. Creo que has hecho un gran trabajo, refrescandonos la memoria a algunos, y a los mas jóvenes, enseñandoles algunas tradiciones que a lo mejor desconocian. GRACIAS.