EL DIAGNOSTICO. Una joven madre a quien le habían diagnosticado una forma de cancer tratable regreso a casa del hospital, sintiendose incomoda por su apariencia física y la perdida del cabello ocasionada por las radiaciones. Cuando se instalo en una de las sillas de la cocina, su hijo apareció silenciosamente en el umbral, estudiandola con curiosidad.
Cuando su madre comenzó el discurso que había preparado para ayudarle a comprender lo que veía, el niño vino corriendo, se acomodo en su regazo, puso su cabeza contra su pecho y se aferro a ella. Su madre decía en ese momento: Y dentro de un tiempo, ojala pronto, lucire como antes y entonces estare mejor.
El niño se enderezo pensativo. Con la franqueza de sus seis años, respondio sencillamente: Diferente cabello, el mismo corazón....
Su madre ya no tuvo que esperar un tiempo para sentirse mejor. Ya estaba mejor.
Cuando su madre comenzó el discurso que había preparado para ayudarle a comprender lo que veía, el niño vino corriendo, se acomodo en su regazo, puso su cabeza contra su pecho y se aferro a ella. Su madre decía en ese momento: Y dentro de un tiempo, ojala pronto, lucire como antes y entonces estare mejor.
El niño se enderezo pensativo. Con la franqueza de sus seis años, respondio sencillamente: Diferente cabello, el mismo corazón....
Su madre ya no tuvo que esperar un tiempo para sentirse mejor. Ya estaba mejor.