LA CASA IMPERFECTA. Erase una vez un carpintero que le comunico a su jefe que iba a jubilarse. Su superior lamento mucho perder a su mejor empleado y, antes de que se retirara, le pidió que construyera una ultima casa. El carpintero accedió por compromiso y la verdad es que no puso mucho esmero ni entusiasmo en el trabajo, como si había hecho hasta entonces. Asi que, cuando acabo, la obra no tenia buen aspecto y se notaba que los materiales que había utilizado eran de una calidad inferior a la habitual. Finalizada la casa, su jefe fue a visitarla y, cuando ya se iba, le entrego las llaves diciendo:"Querido amigo esta casa es tuya. Es mi regalo por todos los esfuerzos que le has dedicado a la empresa durante 40 años". El carpintero, con los ojos llenos de lagrimas, agradecio aquel obsequio sintiéndose realmente avergonzado por su actitud al construir la casa y dándose cuenta de que, muchas veces, la rutina consigue que nos desmotivemos y que hagamos las cosas por inercia, aplicando la ley del minimo esfuerzo y si prestar atención. ¡Como lamentaba que su ultimo trabajo fuese tan pobre y como le habría gustado poder volver a hacerlo con la actitud apropiada, con interes, concentracion y con el pensamiento de que estaba levantando, como asi fue, su propio hogar.