Y las avellanas que no falten
Las diferentes teorías sobre los perdones avellaneros se han ido aclopando a los tiempos. En la actualidad comprar una bolsa de avellanas en San Froilán simboliza el perdón de nuestros deslices o pequeños pecados. Aunque en otra época, la tradición mandaba comprar las avellanas para regalar a quienes no habían podido acudir a la romería.
Aunque la costumbre más popular y conocida surge cuando las bolsas de este delicioso fruto se convirtieron en una justificación de los mozos, que regalaban avellanas a sus novias, para pedirles perdón por no poder llevarlas a la fiesta.
Las avellanas como perdones, ya aparecen en las referencias literarias del autor de "La Pícara Justina", Francisco López de Úbeda, quien narra algunas de las anécdotas en el siglo XVII, que vivió la Mansillesa en su peregrinaje a la ya tradicional romería.
"Yo llegué a la ermita y de veras que me gustó... campo anchuroso que huele a tomillo salsero; bien edificada, adornada, curiosa, limpia, rica en aderezos, cera y lámparas... gran concurso de gentes, notable provisión de frutos, vino y comida...
Recuérdome que desde esta romería quedé muy devota de los
Aunque la costumbre más popular y conocida surge cuando las bolsas de este delicioso fruto se convirtieron en una justificación de los mozos, que regalaban avellanas a sus novias, para pedirles perdón por no poder llevarlas a la fiesta.
Las avellanas como perdones, ya aparecen en las referencias literarias del autor de "La Pícara Justina", Francisco López de Úbeda, quien narra algunas de las anécdotas en el siglo XVII, que vivió la Mansillesa en su peregrinaje a la ya tradicional romería.
"Yo llegué a la ermita y de veras que me gustó... campo anchuroso que huele a tomillo salsero; bien edificada, adornada, curiosa, limpia, rica en aderezos, cera y lámparas... gran concurso de gentes, notable provisión de frutos, vino y comida...
Recuérdome que desde esta romería quedé muy devota de los