LA LUNA. Un maestro zen vivia de una forma austera y sencilla en una pequeña cabaña al pie de una montaña. Una tarde, mientras estaba fuera recogiendo fruta, un ladron entro a hurtadillas en la cabaña con la intencion de llevarse un buen botin, pero cual fue su desilusion al descubrir que alli dentro no habia nada que robar. Al cabo de un rato, el maestro zen regreso cargado de fruta y encontro al ladron en el interior de su humilde morada. Sin apenas inmutarse, le dijo al extraño:"Has hecho un largo camino para visitarme y no deberias regresar con las manos vacias. Por favor, toma un poco de la fruta que he recogido, coge mis ropas de regalo y llevatelas". El ladron, muy asombrado, comio un poco de fruta, tomo las ropas y escapo corriendo de aquel lugar, sin creerse lo que acababa de ocurrir. Poco despues, el maestro se sento desnudo observando la luna, y murmuro en su interior:"Pobre hombre, hubiera querido darle esta hermosa luna".
Muchas veces, nos apegamos a las cosas materiales y queremos poseerlas por encima de todo, cuando las pequeñas cosas que no se compran con dinero son las que realmente marcan la diferencia. Tomemos ejemplo de la generosidad de este maestro y aprendamos a vivir con simplicidad.
Muchas veces, nos apegamos a las cosas materiales y queremos poseerlas por encima de todo, cuando las pequeñas cosas que no se compran con dinero son las que realmente marcan la diferencia. Tomemos ejemplo de la generosidad de este maestro y aprendamos a vivir con simplicidad.