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LAS DOS AGUILAS.--Erase una vez dos aguilas bien diferentes la una de la otra. Una de ellas tenia unas alas fuertes y grandes que le levaban hasta las mas altas cumbres. Mientras, la otra apenas lograba alzar el vuelo por encima de los arboles y no podia evitar mirar a sus congeneres con envidia.
Un dia, el aguila que volaba con dificultad vio en el bosque a un cazador armado con un arco y unas flechas y le dijo:"Señor cazador, deseo que mates a esa aguila cuando la tengas a tiro". El cazador le respondio que estaria encantado de cobrar una pieza asi, pero que necesitaba unas plumas para hacer mas certeras sus flechas. Sin pensarlo ni un segundo, el aguila envidiosa se saco una de las plumas y se la entrego.
Entonces, el hombre lanzo la primera flecha pero erro el blanco. Asi que pidio al aguila que permanecia sobre un tronco a su lado que se quitase otra pluma y, tras volver a fallar, le exiguio otra, y otra, y otra.... Al final, se quedo con tan pocas plumas que ya no pudo volar y que cuando el astuto cazador desistio de disparar contra el aguila voladora y mato a la desplumada, que no pudo ni siquiera esconderse en lo alto del arbol.
Esta fabula nos enseña que lo que los envidiosos desean para los otros acaba sucediendole a ellos mismos.
Un dia, el aguila que volaba con dificultad vio en el bosque a un cazador armado con un arco y unas flechas y le dijo:"Señor cazador, deseo que mates a esa aguila cuando la tengas a tiro". El cazador le respondio que estaria encantado de cobrar una pieza asi, pero que necesitaba unas plumas para hacer mas certeras sus flechas. Sin pensarlo ni un segundo, el aguila envidiosa se saco una de las plumas y se la entrego.
Entonces, el hombre lanzo la primera flecha pero erro el blanco. Asi que pidio al aguila que permanecia sobre un tronco a su lado que se quitase otra pluma y, tras volver a fallar, le exiguio otra, y otra, y otra.... Al final, se quedo con tan pocas plumas que ya no pudo volar y que cuando el astuto cazador desistio de disparar contra el aguila voladora y mato a la desplumada, que no pudo ni siquiera esconderse en lo alto del arbol.
Esta fabula nos enseña que lo que los envidiosos desean para los otros acaba sucediendole a ellos mismos.
Y es que la envidia es muy mala consejera. Gracias prima. Siempre interesantes tus fábulas