Luz ahora: 0,13998 €/kWh
Oración para el día séptimo
Tristísima y dolorosísima Virgen María mi Señora, que constituida en el mayor desconsuelo al ver la precisión de bajar de la Cruz a vuestro difunto Jesus y la falta de arbitrios para ejecutarla y darle honrosa sepultura, clamásteis al cielo, y oída vuestra oración fué socorrida la necesidad por la piedad de dos piadosos varones José y Nicodemus, quienes prevenidos de todo lo necesario se presentaron y os dieron el consuelo de desenclavarlo, y colocaron en vuestro regazo aquel divino cadáver, que luego con toda reverencia, adorásteis sus llagas y corona de espinas, instrumento de su martirio. Mirad Señora esas heridas que abrió la crueldad; esa sangre que cuajó el aire; ese cuerpo bellísimo que formó el Espíritu Santo, descoyuntado y dilacerado una llaga sobre otra, un cardenal sobre otro; rogadle Señora y Madre mía, con vuestras lágrimas, y compadeceos de mis culpas que a tal extremo lo han reducido, para que arrepentido de haberos ocasionado tanto dolor, se deshaga mi corazón en llanto; y alcanzadme este favor que os pido, si ha de ser para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de mi alma.
Escucha la oración de este tu pueblo...
Tristísima y dolorosísima Virgen María mi Señora, que constituida en el mayor desconsuelo al ver la precisión de bajar de la Cruz a vuestro difunto Jesus y la falta de arbitrios para ejecutarla y darle honrosa sepultura, clamásteis al cielo, y oída vuestra oración fué socorrida la necesidad por la piedad de dos piadosos varones José y Nicodemus, quienes prevenidos de todo lo necesario se presentaron y os dieron el consuelo de desenclavarlo, y colocaron en vuestro regazo aquel divino cadáver, que luego con toda reverencia, adorásteis sus llagas y corona de espinas, instrumento de su martirio. Mirad Señora esas heridas que abrió la crueldad; esa sangre que cuajó el aire; ese cuerpo bellísimo que formó el Espíritu Santo, descoyuntado y dilacerado una llaga sobre otra, un cardenal sobre otro; rogadle Señora y Madre mía, con vuestras lágrimas, y compadeceos de mis culpas que a tal extremo lo han reducido, para que arrepentido de haberos ocasionado tanto dolor, se deshaga mi corazón en llanto; y alcanzadme este favor que os pido, si ha de ser para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de mi alma.
Escucha la oración de este tu pueblo...
