Oración para el día octavo.
Tristísima y dolorosísima Virgen Maria mi Señora, que viendo el Sagrado cuerpo de vuestro Hijo afeado y destrozado en el estrago y multitud de llagas que por todo él había refundido la humana impiedad enemiga en lágrimas, con ellas lavasteis su cuerpo tan afeado; aplicasteis su divino rostro al vuestro purísimo; con el mas tierno y compasivo afecto le ungisteis, amortajasteis y le condujisteis al sepulcro donde con él dejasteis vuestro amantísimo corazón: Dadme licencia, Señora, para que yo vaya como criado, el mas humilde de vuestra familia, acompañando el entierro de mi Señor Jesucristo, nunca me aparte de su sepulcro, reconociendo y llorando mis culpas como original causa de vuestras penas, purificándolas con una verdadera penitencia; y al presente alcanzadme de su infinita misericordia el particular favor que pido en esta Novena si ha de ser para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de mi alma.
Escucha la oración de este tu pueblo, Virgen de la Piedad...
Tristísima y dolorosísima Virgen Maria mi Señora, que viendo el Sagrado cuerpo de vuestro Hijo afeado y destrozado en el estrago y multitud de llagas que por todo él había refundido la humana impiedad enemiga en lágrimas, con ellas lavasteis su cuerpo tan afeado; aplicasteis su divino rostro al vuestro purísimo; con el mas tierno y compasivo afecto le ungisteis, amortajasteis y le condujisteis al sepulcro donde con él dejasteis vuestro amantísimo corazón: Dadme licencia, Señora, para que yo vaya como criado, el mas humilde de vuestra familia, acompañando el entierro de mi Señor Jesucristo, nunca me aparte de su sepulcro, reconociendo y llorando mis culpas como original causa de vuestras penas, purificándolas con una verdadera penitencia; y al presente alcanzadme de su infinita misericordia el particular favor que pido en esta Novena si ha de ser para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de mi alma.
Escucha la oración de este tu pueblo, Virgen de la Piedad...