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CANALES: Magnífico, relato de nuestra fiesta, y ...

LA TARTA DE LA FIESTA
Primero se hace el bizcocho.
Se separan las claras y las yemas de los huevos.
La mantequilla se pone a punto de pomada en un bol y la montamos. Añadimos el azúcar poco a poco y se sigue montando. Agregamos las yemas y seguimos montando. Poco a poco añadimos la harina y la levadura mientras seguimos montando hasta que quede una masa bien homogénea y un poco espesa. Montamos las claras a punto de nieve, incorporándolas a la masa y mezclamos con suaves movimientos envolventes.
Untamos el molde con un poco de mantequilla y espolvoreamos con harina. Vertemos la masa del bizcocho y la extendemos bien. Horneamos durante 40 minutos aproximadamente.
Para comprobar si está en su punto se le clava una aguja de tejer, si sale limpia ya está.
Se deja templar y se desmolda.

“El aire huele a escobas. A escobas y tomillo. Cuando la procesión enfila la calle de Los Balcones, al pasar por debajo del arco de ramas que adorna la entrada, el olor se hace más penetrante y se mezcla con el de los racimos de flores de los castañales. El sol que cae a plomo ha mustiado las hojas de las ramas, unas escobas que este año están reventando de flores, no como el año pasado que hubo que ir a buscarlas para allá de La Friera porque el frío duró hasta bien entrado Junio. Las trajeron los mozos en el camión de Grasset. La calle está “de punta en blanco”, llena de colgaduras y ramas. Hoy salieron antes las ovejas porque había que barrer y regar para que no hubiera polvo en la procesión. El templete de la música, algunos puestos de chucherías que se van montando, el castro de los bolos preparado, flores, muchas flores, dan a la calle un “aire” especial en este día del Corpus. Encabeza la procesión el pendón, enseña de Canales, portado por lo mozos. Ayudados de las cuerdas remeras necesitan habilidad para librar los cables de la luz y las colgaduras de la fiesta. A continuación el estandarte de la Cofradía, le sigue la enseña de las Hijas de María y unas niñas vestidas de primera comunión, la imagen de la Virgen Milagrosa, Guardia civil, Santa Bárbara, llevada por recios mineros, La Virgen de la Piedad, siempre con devotos dispuestos a relevar a los porteadores, D. Joaquín con la Custodia bajo palio, entona canciones litúrgicas en latín que la gente acompaña: Pange líguaaaaaa, glorioooosssiiii, corporiiis mysteriuuummm... En la fila de la derecha, los hombres, en la de la izquierda, las mujeres y los niños, todos con sus mejores galas, avanzan calle arriba hacia la iglesia, mientras las campanas no dejan de voltear.
Enfrente del bar de Angelín está preparada la cuerda para la carrera de cintas. Todavía no están colgados los carretes, lo harán poco antes de empezar las carreras. Es un espectáculo que atrae a mucha gente pues exige maestría y puntería para poder pasar el punzón por el anillo de la cinta, y es una oportunidad para que los mozos demuestren quien es el más “gallito” y pavonearse con el trofeo y las cintas.
En la calle está preparado el castro de los bolos. Este año hay un cordero, un gallo y una botella de coñac como trofeos. Otro espectáculo mayoritario. Grandes tiradores que hace que se congreguen muchos espectadores alrededor del castro. Vendrán de los Altos, de Formigones y Villapodambre, alguno de Riello y hasta de la Ribera, retando todos a los tiradores de Canales. Y los de Canales no pueden dejar que el día del Corpus se lleven el cordero para otro pueblo. Y cuantas más tiradas, más dinero para la comisión, que unas fiestas como las del Corpus conlleva muchos gastos, sobretodo esas orquestas gallegas que le dan tanto prestigio a la fiesta.
Subiendo el Cantico, la procesión se estrecha, se juntan las dos filas y se alarga. La cuesta parece más empinada y fatigosa con el calor que hace, las imágenes más pesadas de lo que son. Los fieles están deseando llegar a la Iglesia, buscar su fresco, y descansar después de la larga procesión. Las campanas continúan volteando y los últimos cohetes anuncian que se está a punto de entrar en la Iglesia. Los asistentes agradecen el fresco del interior.”

Se abre el bizcocho en dos tapas. En un cazo se calienta vino blanco con azúcar y canela y unas cortezas de limón, hasta conseguir un almíbar ligero. En otro cazo ponemos al baño maría un bote de leche condensada hasta que quede como el caramelo toffee. Empapamos con el almíbar la capa de abajo, extendemos la leche condensada, espolvoreamos de coco y almendra picada y tapamos con la otra tapa de bizcocho. Repetimos la misma operación empapando bien para que esta tapa de arriba no quede reseca, le damos leche condensada, almendra y coco y adornamos con unos cordones de merengue.

Magnífico postre para una magnífica comida.

Magnífico, relato de nuestra fiesta, y
¡que recuerdos de infancia!
Gracias Juan.