Aquellas sillas y la alfombra de cáscaras de pipas, la estufa de serrín y el
bar en la planta de abajo pasaron a la
historia. Las sillas las cambiamos una vez por las butacas del
cine Crucero de
León, antes de que lo tiraran. Eran tiempos en que Ascuca hacía todos los años una o dos obras de
teatro. Ahora ya casi ni se utiliza, pero por ayudas de diferentes fondos de desarrollo comarcal el cine no tiene nada que envidiar al de ninguna ciudad.