Denominamos «pendones leoneses», a las banderas o estandartes, que conservan muchas localidades de la provincia de León, a las cuales representan en fiestas locales o comarcales, tanto civiles como religiosas. Están compuestos de un mástil de madera de altura variable (entre 3 y 14 m), en el que va inserta una tela de tamaño proporcional, formada por bandas horizontales paralelas, cosidas entre sí con imitación de hilo de oro, de tejido tipo «damasco» de 60 cm de ancho por 3 m o más de largo; el conjunto de la tela, forma un amplio corte o escotadura, desde el paño superior hasta el central y desde éste al inferior, que hace terminar la tela en dos puntas (de menor tamaño la punta inferior, para que no se arrastre por el suelo). Son propiedad y su uso está regulado por «el pueblo», representado por la asamblea de vecinos (concejo abierto), la Junta Vecinal y en menos ocasiones por asociaciones o cofradías. Contemplaremos dos posibles orígenes de estos pendones: el militar y el eclesiástico. Se trata de dos ámbitos que han estado muy cercanos hasta el siglo XIX, aunque creemos que hay mejores argumentos a favor de un origen militar. Las guerras medievales no contaban con ejércitos organizados; cada año, nobles, eclesiásticos y concejos, formaban mesnadas (tropas) que servían temporalmente al Rey en la guerra. No había quintas ni más soldados profesionales que los caballeros, muy escasos en número. Las batallas eran confusas al no existir uniformes y cambiar continuamente el sistema de alianzas de nobles y concejos. Éstas y otras razones, impulsaron el desarrollo de la heráldica y la vexilología (ciencia de las banderas).
Amando Represa señala que en el siglo XIII un pendón era «una bandera militar, que cuelga o flamea en lo alto de una lanza». Simplificando mucho, podemos decir que existían varios modelos relacionados con los actuales pendones leoneses: el pendón que cuelga (pende) hacia abajo, similar a los actuales estandartes de las cofradías. Un modelo similar a las actuales banderas, de forma cuadrangular, con alguna señal heráldica en el centro. Varias telas enfundadas en una lanza, en posición horizontal, de diversos colores,- si estaban cosidas entre sí, parecían un pendón leonés y si no lo estaban, parecían cintas o bandas sueltas al aire. Todos estos modelos, se conocen en formas exclusivamente cuadrangulares, o dotados de una escotadura central que forma dos puntas como los pendones leoneses actuales y los históricos de Baeza, de la Orden de Santiago y el Real de León.
Hay al menos un ejemplo del modelo de bandera militar medieval farpada en Santa María del Condado, pero desconocemos su antigüedad: es como los pendones leoneses, pero en vez de dos puntas, cada uno de los paños termina en una punta. Este modelo sigue los pendones reflejados en la heráldica provincial de Zamora, Valladolid y Palencia; también lo vemos en la Seña Bermeja de Zamora.
Más dificultad tiene explicar, cómo una lanza de jinete que mediría algo más de 2 m, acabó convertida en un mástil de 15 m (pendón de Santa Marina del Rey), cuya movilidad es difícil.
Creemos que el paso de lanza guerrera a mástil, se realizó por fases: la lanza de soldado a caballo, pasaría a ser portada por soldados de Infantería y para verla desde lejos, al juntarse tropas o realizar marchas, crecería en altura. Su desmesurada altura, la haría inútil para las acciones de guerra, pero sería perfecta para los entrenamientos, alistamientos, homenajes, señalización -del Real» (campamento), desfiles, etc. que atraen muchos soldados o público. Al separarse de su uso práctico inicial, adquiría adornos y peso, hasta convertirse en un objeto con funciones sólo representativas y ceremoniales.
A fines del siglo XV, Represa cita «banderas» cuadradas de los últimos reyes castellanos, con un tamaño en torno a 4 m2. Por sus medidas, ya no servirían como lanza para ir a caballo, sino para uso ceremonial; son medidas similares a los pendones leoneses pequeños y al pendón rojo con el escudo de los Maldonado, conservado en la Catedral de Salamanca, única bandera conservada de las que asistieron a la Guerra de las Comunidades (1521).
Posiblemente, cuando los pendones leoneses alcanzaron cierto tamaño, igual que las banderas oficiales de los monarcas, se convirtieron en piezas exclusivamente ceremoniales. Este gran tamaño y su función representativa, explica que se asociasen a templos y concejos: Catedrales, iglesias y Casas Consistoriales, son desde la Baja Edad Media, el marco en que se usaban banderas para las ceremonias públicas y también su lugar de almacenamiento permanente.
En resumen, hacia el siglo XVII, los pendones guerreros leoneses, se habrían convertido en objetos de gran tamaño, inútiles para la guerra, pero con funciones en retaguardia: desfiles anuales de reservistas, fiestas de los quintos y, sobre todo, funciones de representación local en fiestas o visitas de autoridades.
Ciertos datos nos hacen sospechar que los pendones leoneses no perdieron todas sus funciones militares: Quintana al tratar del santuario de Castrotierra, intuye un motivo militar en la destrucción de sus pendones por las tropas napoleónicas (1808-1813) y Raimundo Rodríguez (1935), incluye los pendones en el listado de daños llevados a cabo por estas tropas, en Valderas, Valdemorilla, etc.
Aparte de las funciones de guerra, quedaban las de representación del monarca y del poder local. De esta manera, el Pendón Real del ayuntamiento de la capital provincial y probablemente los de las sedes de los demás corregimientos leoneses, conservaron durante toda la Edad Moderna, la función de publicitar su adhesión a la Corona, cada vez que las condiciones lo exigían: proclamación de nuevo Rey, invasiones enemigas, etc. Posiblemente, la bandera de España creada a fines del siglo XVIII fue sustituyendo a todas las anteriores, especialmente en asuntos militares. Las nuevas Instituciones de Administración Local creadas a comienzos del siglo XIX, diputaciones y ayuntamientos, asumieron estas funciones representativas, desplazando a los concejos y sus pendones. Fue la época en que los bienes comunales se pusieron a la venta y el concejo abierto fue sustituido, por juntas administrativas y alcaldes pedáneos.
En cuanto a su realidad fisica, no creemos que uno solo de los pendones conservados hoy en León tenga paños medievales, aunque si es posible que continuen con los mismos colores. Los estudios indican que la tela de un pendón solía durar un promedio de 20 o 30 años. Esta es una de las características de los pendones leoneses: su utilidad; si la tela se estropea por el uso, se sustituye por otra nueva. No había ni hay en la actualidad, un sentido de la antigüedad de la tela, ni se conserva como reliquia del pasado; permanece la idea de que la representación del pueblo decae si la tela se presenta en público doblada, apolillada o con colores desvaídos.
Es decir qur salvo en el caso de bordados y escudos (pendones de Clavijo, Baeza, Real de León, etc.), que se traspasan de lavieja tela a la nueva, el resto es renovado regularmente.
En este sentido, creemos que debería extremarse el cuidado en reproducir exactamente los viejos pendones, cuando se renuevan, asi como conservar la restos antiguos (telas, flecaduras, borlas, estc) como testimono de unas artesanías que han desaparecido.
En la actualidad, estamos asistiendo al resurgir de los pendones leoneses, en muchos pueblos se vuelven a sacar en las procesiones y romerías, y en otros muchos se restauran sus telas y varas, para recuperar esta bella tradición. Son un elemento visual muy atractivo y sus portadores son verdaderos maestros en la tarea de mantenerlo en equilibrio.
Para terminar veamos algunos términos que se relacionan con los pendones asi como sus colores y su significado:
Amando Represa señala que en el siglo XIII un pendón era «una bandera militar, que cuelga o flamea en lo alto de una lanza». Simplificando mucho, podemos decir que existían varios modelos relacionados con los actuales pendones leoneses: el pendón que cuelga (pende) hacia abajo, similar a los actuales estandartes de las cofradías. Un modelo similar a las actuales banderas, de forma cuadrangular, con alguna señal heráldica en el centro. Varias telas enfundadas en una lanza, en posición horizontal, de diversos colores,- si estaban cosidas entre sí, parecían un pendón leonés y si no lo estaban, parecían cintas o bandas sueltas al aire. Todos estos modelos, se conocen en formas exclusivamente cuadrangulares, o dotados de una escotadura central que forma dos puntas como los pendones leoneses actuales y los históricos de Baeza, de la Orden de Santiago y el Real de León.
Hay al menos un ejemplo del modelo de bandera militar medieval farpada en Santa María del Condado, pero desconocemos su antigüedad: es como los pendones leoneses, pero en vez de dos puntas, cada uno de los paños termina en una punta. Este modelo sigue los pendones reflejados en la heráldica provincial de Zamora, Valladolid y Palencia; también lo vemos en la Seña Bermeja de Zamora.
Más dificultad tiene explicar, cómo una lanza de jinete que mediría algo más de 2 m, acabó convertida en un mástil de 15 m (pendón de Santa Marina del Rey), cuya movilidad es difícil.
Creemos que el paso de lanza guerrera a mástil, se realizó por fases: la lanza de soldado a caballo, pasaría a ser portada por soldados de Infantería y para verla desde lejos, al juntarse tropas o realizar marchas, crecería en altura. Su desmesurada altura, la haría inútil para las acciones de guerra, pero sería perfecta para los entrenamientos, alistamientos, homenajes, señalización -del Real» (campamento), desfiles, etc. que atraen muchos soldados o público. Al separarse de su uso práctico inicial, adquiría adornos y peso, hasta convertirse en un objeto con funciones sólo representativas y ceremoniales.
A fines del siglo XV, Represa cita «banderas» cuadradas de los últimos reyes castellanos, con un tamaño en torno a 4 m2. Por sus medidas, ya no servirían como lanza para ir a caballo, sino para uso ceremonial; son medidas similares a los pendones leoneses pequeños y al pendón rojo con el escudo de los Maldonado, conservado en la Catedral de Salamanca, única bandera conservada de las que asistieron a la Guerra de las Comunidades (1521).
Posiblemente, cuando los pendones leoneses alcanzaron cierto tamaño, igual que las banderas oficiales de los monarcas, se convirtieron en piezas exclusivamente ceremoniales. Este gran tamaño y su función representativa, explica que se asociasen a templos y concejos: Catedrales, iglesias y Casas Consistoriales, son desde la Baja Edad Media, el marco en que se usaban banderas para las ceremonias públicas y también su lugar de almacenamiento permanente.
En resumen, hacia el siglo XVII, los pendones guerreros leoneses, se habrían convertido en objetos de gran tamaño, inútiles para la guerra, pero con funciones en retaguardia: desfiles anuales de reservistas, fiestas de los quintos y, sobre todo, funciones de representación local en fiestas o visitas de autoridades.
Ciertos datos nos hacen sospechar que los pendones leoneses no perdieron todas sus funciones militares: Quintana al tratar del santuario de Castrotierra, intuye un motivo militar en la destrucción de sus pendones por las tropas napoleónicas (1808-1813) y Raimundo Rodríguez (1935), incluye los pendones en el listado de daños llevados a cabo por estas tropas, en Valderas, Valdemorilla, etc.
Aparte de las funciones de guerra, quedaban las de representación del monarca y del poder local. De esta manera, el Pendón Real del ayuntamiento de la capital provincial y probablemente los de las sedes de los demás corregimientos leoneses, conservaron durante toda la Edad Moderna, la función de publicitar su adhesión a la Corona, cada vez que las condiciones lo exigían: proclamación de nuevo Rey, invasiones enemigas, etc. Posiblemente, la bandera de España creada a fines del siglo XVIII fue sustituyendo a todas las anteriores, especialmente en asuntos militares. Las nuevas Instituciones de Administración Local creadas a comienzos del siglo XIX, diputaciones y ayuntamientos, asumieron estas funciones representativas, desplazando a los concejos y sus pendones. Fue la época en que los bienes comunales se pusieron a la venta y el concejo abierto fue sustituido, por juntas administrativas y alcaldes pedáneos.
En cuanto a su realidad fisica, no creemos que uno solo de los pendones conservados hoy en León tenga paños medievales, aunque si es posible que continuen con los mismos colores. Los estudios indican que la tela de un pendón solía durar un promedio de 20 o 30 años. Esta es una de las características de los pendones leoneses: su utilidad; si la tela se estropea por el uso, se sustituye por otra nueva. No había ni hay en la actualidad, un sentido de la antigüedad de la tela, ni se conserva como reliquia del pasado; permanece la idea de que la representación del pueblo decae si la tela se presenta en público doblada, apolillada o con colores desvaídos.
Es decir qur salvo en el caso de bordados y escudos (pendones de Clavijo, Baeza, Real de León, etc.), que se traspasan de lavieja tela a la nueva, el resto es renovado regularmente.
En este sentido, creemos que debería extremarse el cuidado en reproducir exactamente los viejos pendones, cuando se renuevan, asi como conservar la restos antiguos (telas, flecaduras, borlas, estc) como testimono de unas artesanías que han desaparecido.
En la actualidad, estamos asistiendo al resurgir de los pendones leoneses, en muchos pueblos se vuelven a sacar en las procesiones y romerías, y en otros muchos se restauran sus telas y varas, para recuperar esta bella tradición. Son un elemento visual muy atractivo y sus portadores son verdaderos maestros en la tarea de mantenerlo en equilibrio.
Para terminar veamos algunos términos que se relacionan con los pendones asi como sus colores y su significado: