Como te nos fuiste primo y como se te recuerda entre el cariño y la nostalgia.
Te marchaste sin tu quererlo, sin nadie desearlo ni esperarlo.
Teníamos tantos planes en aquella juventud que eran nuestros, tantas ilusiones e inquietudes en intentar abordarlos, tantos secretos inconfensables y tantas anécdotas llenas de brotes de humor y desenfado……. pero un inesperado accidente fulminó todo en aquella “curva fatal” de la carretera de La Robla, en cierto furgón manejado por un conductor inexperto, mostrándonos así la vida la evidencia de nuestras limitaciones y los caprichos puntuales de algo llamado “destino”. Cuanto me costó seguir la vida sin ti. Iba a tu casa a buscarte y nunca estabas, subía a La Llama para hablarte y contarte cosas y …………. fue duro, muy duro, porque yo intentaba despertar de una cruda pesadilla, que día a día pasó a llamarse realidad.
Hoy, cuando justamente se cumplen 30 años de tu ida, ahí es nada, te recuerdo tal cual eras, con tu mirada vivaracha y picarona, con aquella alegría que derrochabas, con una vitalidad física envidiable en tus carreras, a la que acompañabas con una habilidad que nos mostrabas con singulares regates de balón, en aquellas áreas del Galgón, que como el mejor extremo derecha, tan bien conocías.
Estuvimos casi siempre juntos y eso hacía que nos entendiéramos “por señas”, compañeros de fatigas en la niñez y en la juventud y amigos y hermanos en nuestros sentimientos. Fútbol, bicicletas, partidas de bolos con el Abuelo Rosales en el portal de la Tía Líria, briscas en familia, primeros cigarros a escondidas, años juntos de internado, primeros bailes en el Crucero y en las fiestas de verano por los pueblos………. Y de repente todo aquello desapareció físicamente, quedando el recuerdo, ese que permanece grabado en el disco duro de la vida y que nunca se podrá borrar. Mil gracias por todo lo que nos diste, tu recuerdo forma parte de mí. Hasta siempre GONZALÍN ¡.
Te marchaste sin tu quererlo, sin nadie desearlo ni esperarlo.
Teníamos tantos planes en aquella juventud que eran nuestros, tantas ilusiones e inquietudes en intentar abordarlos, tantos secretos inconfensables y tantas anécdotas llenas de brotes de humor y desenfado……. pero un inesperado accidente fulminó todo en aquella “curva fatal” de la carretera de La Robla, en cierto furgón manejado por un conductor inexperto, mostrándonos así la vida la evidencia de nuestras limitaciones y los caprichos puntuales de algo llamado “destino”. Cuanto me costó seguir la vida sin ti. Iba a tu casa a buscarte y nunca estabas, subía a La Llama para hablarte y contarte cosas y …………. fue duro, muy duro, porque yo intentaba despertar de una cruda pesadilla, que día a día pasó a llamarse realidad.
Hoy, cuando justamente se cumplen 30 años de tu ida, ahí es nada, te recuerdo tal cual eras, con tu mirada vivaracha y picarona, con aquella alegría que derrochabas, con una vitalidad física envidiable en tus carreras, a la que acompañabas con una habilidad que nos mostrabas con singulares regates de balón, en aquellas áreas del Galgón, que como el mejor extremo derecha, tan bien conocías.
Estuvimos casi siempre juntos y eso hacía que nos entendiéramos “por señas”, compañeros de fatigas en la niñez y en la juventud y amigos y hermanos en nuestros sentimientos. Fútbol, bicicletas, partidas de bolos con el Abuelo Rosales en el portal de la Tía Líria, briscas en familia, primeros cigarros a escondidas, años juntos de internado, primeros bailes en el Crucero y en las fiestas de verano por los pueblos………. Y de repente todo aquello desapareció físicamente, quedando el recuerdo, ese que permanece grabado en el disco duro de la vida y que nunca se podrá borrar. Mil gracias por todo lo que nos diste, tu recuerdo forma parte de mí. Hasta siempre GONZALÍN ¡.